Cuántas veces se nos ha ocurrido escribir una historia pensando que nuestra creatividad cautivará al mundo. Resulta una gran sorpresa (…o no) que como en aquel capítulo de South Park, “Los Simpson ya lo hicieron”, caigamos en cuenta de la carencia de originalidad de nuestras ideas. Tal como el pequeño Butters en aquel capítulo, quien intenta desesperadamente formular un plan para destruir el pueblo y sufre un colapso nervioso tras notar que en Los Simpson ya han hecho todo; es imposible que como creativos de la industria no sucumbamos ante un panorama por demás parecido.
Lo anterior lo expongo un poco en defensa de los creativos, quienes, quiero suponer, son víctimas de las decisiones de los grandes estudios sobre el reciclaje de ideas anteriormente exitosas y bajo la misma línea rendir homenaje a las joyas de culto. Ningún género cinematográfico escapa al tan temido remake, sin embargo el que ha sufrido más las consecuencias de este desgaste es el horror.
Como se le quiera apreciar, la anticipada Evil Dead (Posesión Infernal en México) es una de esas pocas cintas que logra escapar del cruel destino padecido por la mayoría de los remakes, aunque no sin unos contadísimos tropiezos. Más allá de ser un panegírico de la afamada franquicia de culto de Sam Raimi, vale decir que se trata en todo caso de una reinterpretación específicamente de la primera entrega, The Evil Dead (1981).
El cineasta uruguayo Fede Álvarez ha sido el encargado de traernos una cinta re-imaginada a la cual se le ha sustraído todo tono de comicidad evidentemente característico de la franquicia. La historia trata de Mia, una drogadicta llevada por sus amigos y su hermano a una suerte de retiro terapéutico en una cabaña alejada de la civilización. Tal como ocurriera en el primer filme de Raimi, tras descubrir el libro “Naturom Demonto“ (también conocido como “Necronomicon Ex-Mortis”), una serie de extraños fenómenos comienzan a ocurrir en la cabaña, entre ellos la posesión demoníaca de los huéspedes.
Para quienes son familiares con las cintas previas podrá figurarles que algo de esta propuesta ha perdido la hilaridad de la clásica firma de Raimi tan presente en la producción Xena: Warrior Princess o en Spider-Man 3, sin embargo notarán que al final no falla a su séquito de fanáticos pues se trata en realidad de una buena película. De entre los miles de remakes y pese a su carencia de originalidad, estamos ante un producto actualizado y producido con vehemencia, pues criticable o no, sus salpicaduras sanguinolentas no se dejan esperar. Sin embargo los recién llegados a esta cinta la encontrarán tan unidimensional y baladí como el resto de las cintas de horror actuales.
De una u otra forma es inevitable comparar ambas cintas. Mientras en la actual se aprecia una mejora de efectos especiales, no deja de causar nostalgia la añoranza de aquel stop motion y el empleo de efectos sonoros elaborados de forma sencilla. Aún hoy la cinta original de Sam Raimi logra evocar una ambientación lúgubre y tensa que se complementa con el humor negro de los diálogos, la textura de las caracterizaciones, la desnudez y la dirección de arte en conjunto, algo un tanto ausente en la versión de Álvarez.
Pero esto no denota un rasgo negativo cuando se entiende que el tono propuesto por el uruguayo se la toma en serio cuando de horror se trata a diferencia de Raimi. Cuando en las cintas de éste último la sensibilidad estética de lo camp se hace presente al diluir el horror con la comedia tal como sucediera en su autohomenaje Drag me to Hell (2009), la propuesta de Fede Álvarez estriba más en la cohesión verosímil de su guión y en los elementos abyectos presentes durante las mutilaciones como elogios de lo sádico, característica evidentemente superior aquí.
Mientras el gore y la adrenalina abundan en este argumento quizá más (y mejor producidas) que en las cintas anteriores, el inexperto reparto deja entrever la ávida expectativa de traer de nueva cuenta al icónico Ash Williams (Bruce Campbell) quien no tiene sino un insignifcante, aunque no menos emocionante cameo al finalizar los créditos.
No es de menor importancia que el mismo Sam Raimi ha aplaudido la versión de su contraparte uruguaya, especialmente por no ser una copia tal cual de la cinta del 81 dadas las muchísimas variables del guión, logrando ampliar la mitología de la franquicia al punto que el mismo Raimi considere en un futuro conectar la historia de Álvarez con el final de la última entrega de la serie original, Army of Darkness (1992), en orden de re-insertar a Ash en subsecuentes tramas. Esto sin duda para vincular a éste último y dar continuidad al giro de tuerca de la nueva versión donde se vislumbra el traspaso de la motosierra a una heroína, ya saben, para no perder la costumbre puesta de moda por Jamie Lee Curtis o Sigourney Weaver en Halloween (1978) y Alien (1979), respectivamente.
Este es quizá el punto más rescatable de todo el film. La sangre ha demostrado no pasar de moda y se ha instituido casi como requisito imprescindible para hacer cine, tal como ha analizado Román Gubern en múltiples ocasiones y especialmente en su libro La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas (Akal, Madrid, 1989), en el cual detalla cómo el hombre busca conscientemente provocar la vivencia del miedo y el dolor como forma de gratificación personal a partir de una sensación violenta cuyo placer escópico bordea con el erotismo.
Cuando el exploitation ha tendido hacia una marcada misoginia tal y como la primera cinta de Raimi demuestra, la versión de Álvarez abate esas fuerzas telúricas cuando decide que las figuras masculinas padezcan el mismo o peor sufrimiento. El cine de horror nos ha acostumbrado a sentir que la feminidad es casi condición para la maldad. La escena en que las ramas de los árboles violan a los personajes femeninos en ambas versiones da prueba de ello, pero esto es incluso un paradigma antropológicamente occidental en el cual, la mujer sólo puede vencer su naturaleza aterradora cuando se emancipa de ella, deviniendo en la figura de la heroína cuya castidad se equipara con la de la Virgen, arquetipo de divinidad y protección.
Justo en esta encrucijada es donde podemos encontrar más similitud entre la versión original de Raimi y Antichrist de Lars von Trier, que con la actual Evil Dead. El mensaje esencial de lo que sucede en la cinta del 81 lo complementa Von Trier con la reflexión “Nature is Satan’s Church”, tal como apreciamos en ambas películas, la implicación de la naturaleza y la maldad a partir de la feminidad, algo que es incluso representado en cada versión de Blanca Nieves con la encarnación de la bruja/reina. Sin embargo este factor antropólogico se halla extirpado en la revitalización hecha por Álvarez.
A pesar de esto, cabe mencionar lo visualmente atractiva que resulta aún a falta de sobresaltos y desnudez. Cuando parece que ya todo ha sido hecho, Evil Dead nos hace obviar toda duda de ello para trascender y entender el rol de la sangre en todo esto. Además el legado de la franquicia es innegable, si no fuese así filmes como Cabin in the Woods o Planet Terror y los mismos cómics de Army of Darkness jamás habrían siquiera visto la luz… posíblemente los clichés del cine de horror tampoco habrían sido minuciosamente descubiertos y parodiados. No importa cuántas veces parezca que hayamos apreciado lo mismo, la sangre ha demostrado imponer tendencias porque para el cine, la sangre es vida.
Dr. Jabberwocky