TANI NEESAN |
Antes que nada, me gustaría presentarme pues soy nueva por estos lares. Mi nick es Tani y, como muchos de ustedes, soy cosplayer por pasatiempo y no por vocación. Aunque es poco el tiempo que llevo en este hobbie, he participado en algunos concursos de cosplay yendo desde pasarela y en convenciones locales, hasta concursos nacionales. Así pues, al final de cada concurso, siempre me topo con una serie de frases muy recurrentes, por ejemplo: “¡El concurso estuvo arreglado!”, “¿Por qué ganó ése/ésa?”, “¿Por qué pusieron a esos jueces si ni saben?”, etcétera, etcétera y un más largo etcétera.
Y es que, como en toda actividad donde se busca al mejor del grupo, los concursos de cosplay no pueden estar exentos de un panel de jueces, escogidos ya sea por su experiencia en una o varias ramas involucradas en el cosplay (costura, maquillaje, actuación, entre otras) o por su trayectoria en la misma actividad, o así es como yo lo imagino. Y justo aquí es donde comienza la controversia, pues muchas veces me he preguntado “¿Qué es lo que buscan los jueces?” La mayoría de los concursos en donde he participado, dentro de sus reglas ponen muy claro los aspectos a calificar y hasta la calificación o porcentaje que se obtiene por cada uno. Por poner un ejemplo, éstos serían los aspectos a calificar en un concurso promedio:
- Confección 40%
- Parecido al personaje 40%
- Performance 20%
Ok, hasta aquí, uno más o menos ya sabe a qué es a lo que le tira, es decir, si la confección de tu traje tiene detallitos, sabrás de antemano que NO vas a obtener ese 40% en confección, pero puedes esforzarte en todo lo demás. Sin embargo, aquí es donde se abre la caja de Pandora, ya que, aunque los aspectos a calificar y su valor están aclarados desde la convocatoria, todos sabemos que, como personas, tenemos preferencia por una cosa sobre la otra; me explico mejor: una amiga me dijo algo que se me quedó muy grabado: “Tani, es que a estos jueces lo que les gusta es el espectáculo, no importa si el traje es perfecto o no, con que les encante tu performance ya ganaste”. En esa ocasión, dicho y hecho, ganó la persona cuyo performance fue el más llamativo de todos y yo me dije: “Está bien, de todas formas, su traje era grande y llamativo y se nota que le echó muchas ganas”.
Yo soy Peach :D
En la siguiente ocasión, teniendo la experiencia previa como referencia, invertí más tiempo en diseñar un performance llamativo, divertido y que todos pudieran entender y tenía la certeza de que esa vez sí ganaría. ¡Oh, sorpresa! “Tani, es que estos jueces le dan muchísimo peso al traje, o sea, tiene que ser 100% perfecto en la hechura y si no le pusiste esa micro gema en forma de piedra que no sirve para nada, ya estuvo que hasta te descalifican”. Una vez más, como si la boca de esta persona fuera de profeta, la advertencia se cumplió. Podría haber sido el performance más aburrido del mundo, pero ese traje – ¡Oh, ese traje! – Era la creación más impresionante que yo hubiera podido ver. En fin, como buena concursante, felicité al ganador, le exigí que me regalara su traje (por supuesto que esta persona no lo hizo) y me quedé con la valiosa enseñanza.
Éste es uno de los performances que más me han gustado.
Ahora sí, como dicen “La tercera es la vencida”; en esta ocasión, me tomé el tiempo en elegir el personaje “correcto”, dadas mis habilidades, me esforcé en hacer el traje, los accesorios y demás chunches lo mejor posible. Inventé un performance bien acorde a la serie, algo que fuera entretenido, llamativo, que mantuviera a la gente atenta hasta el final. ¡Caramba! Si hasta casi me fui a entrenar al Cirque Du Soleil para poder dar maromas en el aire. La competencia de esa vez, debo confesar, estuvo reñida, hubo performances muy buenos y trajes impresionantes, pero según “mi visión experta y profunda del mundo” (nótese el sarcasmo), me dije “¡A h**vo! ¡Esta vez sí gano!” Una vez más mi sueño de gloria, aquel en donde era alzada en hombros, vitoreada por todos y llevada a la cima del Olimpo se esfumó. ¿Cuál fue la profecía de esa ocasión? “Ay, Tani. Es que estos jueces le dan mucho peso a lo que le gusta a la gente y, pues, Fulanita traía toda su porra ¿no viste que hasta el perro se trajeron?”
Si ponen atención, verán al perro hasta el fondo.
Todo esto, por supuesto, son sólo los casos que me han tocado vivir, pero rumores y malas experiencias me han llegado a contar y son bastantes. Casos en que se compran a los jueces, en donde tu calificación depende de con quién te juntas o con quien NO te juntas también, incluso en donde tu preferencia sexual es un factor importante y, de una vez les digo, esto no sólo pasa en el mundo del cosplay, sino en cualquier actividad y en cualquier lugar en donde tu triunfo dependa de la decisión de un panel de “expertos”.
Relatado todo esto, sin el afán de agredir a nadie y mucho menos de tirar indirectas, se preguntarán: “Entonces, Tani, ¿qué debo hacer? ¿Qué es lo que los jueces buscan?” Y yo les contestaré, basada en mi experiencia, con total honestidad: “No lo sé…”
Es en serio, hasta este punto, aún no sé qué es a lo que se le da más peso en un concurso, en algunos casos será el traje, en otras será la actuación y en otras tantas el público será quien decida al final. Lo que sí les puedo decir es que no hay mejor experiencia que un concurso de cosplay. Es lo más estresante y, al mismo tiempo, lo más divertido que hay. Dejando de lado las envidias y los comentarios negativos, los concursos me han servido para conocer gente de otros estados, incluso de otros países. Gente que, por mi propio pie, quizás no me hubiera topado en la vida. Es gracias a los concursos que he podido mejorar la elaboración de mis trajes, me he animado a utilizar materiales que ni siquiera conocía y hasta le he echado muchas más ganas a la actuación. Yo sé, (¡claro que sé!) el nivel de estrés que estos eventos causan pero, siempre, terminan dejándote con una sonrisa y con la convicción de que mientras te sientas bien con el resultado de tu trabajo, poco importara si la decisión de los jueces fue la “correcta” o no.
Nada mejor que recibir el aplauso del público.
Así que no se estresen, que no les gane la ambición y mucho menos la envidia. Si no se gana en esa ocasión, ya existirá una siguiente y, si es que llegan a ganar, ¡felicidades! Pero ésa no es razón para sentirse superior a los demás y verlos por encima del hombro. No hay sentimiento más bonito que el de cuando la gente te felicita por tu trabajo (ganador o no) y te dice lo bien que lo hiciste, pues estoy 100% segura que todos y cada uno de los participantes de todos y cada uno de los concursos a los que he asistido han trabajado, han sufrido y se han divertido tanto como yo.
