MRD EDDIE RIVERS |
El cine está en una terrible crisis creativa, que ya se la ha contagiado a otros ámbitos como los videojuegos y la televisión. Y la conocemos con el infame nombre de remake o refrito, lo cual consiste en tomar un elemento ya existente y supuestamente “mejorarlo” para que se vea mucho mejor que la versión anterior. Y ya ni hablar de los universos extendidos o de los spin-offs…
Tristemente, la gran mayoría de estas nuevas ediciones de películas, series y videojuegos son tremendas tomadas de pelo y muchas veces no le pueden competir siquiera sus homónimos de antaño. Incluso en el mundo de la música, ya es muy común escuchar covers, algunos mal interpretados o totalmente cambiados, aunque claro, siempre hay excepciones.
Algunos ejemplos de este fenómeno de los remakes son Ocean’s 11 (1968/2001), Total Recall (1990/2013), Psycho (1960/1998), Carrie (1978/2013), Scarface (1953/1983), A Nightmare on Elm Street (1984/2010), 3:10 to Yuma (1957/ 2007); sólo por citar algunos de los más famosos.
El cine, desde sus inicios, fue y siempre ha sido motivo de asombro para el público que disfrutamos el olor a palomitas y la posibilidad de sumergirnos en un fantástico mundo en el cual lo “imposible” se vuelve realidad, un lugar en donde nos volvemos cómplices del cineasta que nos hechiza con su arte, a través del lente de su cámara (y de algunos efectos especiales) para relatarnos una historia desde su punto de vista, casi omnisciente.
El 28 de diciembre de 1895, los magnánimos hermanos Lumiére nos regalaron el milagro del cinematógrafo que hizo que el tren atravesara la pared sin romperla y que nos contaba la experiencia de ver a los obreros saliendo de las enormes fábricas, a través de las “vistas”. Pero al poco tiempo el genio de Georges Méliés nos llevó por primera vez a un mundo fantástico en los mismísimos ojos de la luna. A partir de ahí se utilizó el séptimo arte para contar historias de ficción.
No sólo se volvió un arte en el siglo XX, sino que también en una tecnología, un método didáctico, de investigación científica, de análisis y sobre todas las cosas, en un método de comunicación. Esta industria muchas veces nos lleva a mundos creados por la fantasía, pero por otra parte, siempre se refleja una cierta realidad que aunque sea verdadera o falsa, a fin de cuentas es la realidad de alguien; nosotros solamente somos observadores de esas formas de vida, filosofías y maneras de pensar de algún momento del tiempo.
Hay películas llamadas “de época” y que desean regresar al pasado para describirnos y envolvernos en sucesos que podemos cotejar, analizar y criticar, porque en el cine no hay nada que se muestre así a la ligera. Ya que el mérito de convertirse en el séptimo arte, le costó muchos años al cine para ser tomado en serio por los intelectuales, quienes lo llegaron a valorar como un instrumento cultural dispensable y que sólo las “masas” lo veían.
Estas personas se morderían la lengua al ver que el cine es de las siete artes más queridas en el mundo, ya que nos hace elevamos a un nivel de expectación y sorpresa que de otro modo no tendríamos. Desafortunadamente, esto hace años que se ha perdido y cada vez nuestra capacidad de asombro es menor, pues las sensaciones que nos hacían sentir los veinticuatro cuadros por segundo ya no tienen comparación alguna con otra cosa existente en el planeta. Nada puede igualar un llanto sincero, una carcajada o sentirse inspirado por la cinta que acaba de ver.
Por ello, me consterna de gran manera el que se esté haciendo moda entre los cineastas, el tomar viejas películas de las que “nadie” (según ellos, se acuerdan) y nos las presentan como la gran novedad, cuando sólo son descaradas copias casi al carbón con dos que tres efectos añadidos. Esto me da a entender que quizás se haya perdido la creatividad en general o simplemente repiten fórmulas ya comprobadas. Así que ¡seamos un público exigente, si no, esto seguirá existiendo…!
Como lo dije en párrafos anteriores, hacer remakes se me hace un gesto de falta de creatividad de parte de los productores, escritores, programadores y diseñadores, pero tampoco estoy totalmente en contra de ellos y hay algunos dignos de reconocimiento.
Por ello les invito a los se dedican a la producción de material audiovisual, grafico, escrito y digital que eviten hacer “refritos”. Es válido hacer referencias, homenajes y expandir el universo de tal o cual franquicia, pero lo que no se vale es copiarlo todo tal cual y creer que el público no tiene memoria y que se conforma con cosas mal hechas. No todos somos tontos, en serio. No generalicen.
Y a todos lo que somos fans (me incluyo), hay que valorar más el esfuerzo que hacen tanto cineastas, como diseñadores, escritores, etcétera, para mantenernos felices y entretenidos con los contenidos que adoramos, pues crear una historia que funcione no es nada sencillo. No obstante, me sigo preguntando ¿cuándo perdimos nuestra capacidad de asombro? ¿por qué ahora la magia de cine ya no nos emociona? ¿hemos perdido sensibilidad? ¿sienten lo mismo que su servidor o qué piensan de ver tantos refritos en el cine? Nos leemos pronto. No olviden dejar comentarios y/o sugerencias.
¿Te Atreves a cruzar la línea de El Vortex?