MRD EDDIE RIVERS|
Desde hace algunos días, me puse a releer una de mis novelas gráficas favoritas “Maus: historia de un superviviente”, la cual es un claro ejemplo de una historia tan cruel, como lo fue el holocausto, que puede ser llevada a un terreno como el de los cómics. Art Spiegelman, escritor y dibujante de esta obra, denunció las atrocidades del ser humano, por medio de caricaturas que satirizaban un tanto la crueldad con la que se vivía en los campos de exterminio alemanes, al representar a todos sus personajes como animales.
Por ejemplo, los judíos son representados como ratones, los gatos son los nazis, los polacos no judíos son representados como cerdos, los franceses son ranas, etcétera. Spiegelman comenzó desde muy joven a trabajar como caricaturista para una marca de dulces y fundó una revista en donde semana a semana salía un tira cómica, en donde había una anécdota sobre el holocausto; dichas historias eran verdaderas vivencias de sus padres en Auschwitz y su posterior llegada a los Estados Unidos; tiempo después, ese compilado se convirtió en “Maus” y se publicó en dos tomos, el primero se titula Mi padre sangra historia y la segunda parte, Y aquí comenzaron mis problemas.
En esta grandiosa novela gráfica se nos platica toda la etapa de la segunda guerra mundial con el contexto paralelo del autor del libro; entrevistando a su padre en los años setentas, muchas veces ambas historias se mezclan continuamente, lo que dificulta un poco su lectura. Pero la hace amena para alguien que no conozca nada sobre el tema. Además, las analogías que se hacen para suavizar los horrores del holocausto hacen más interesante esta obra.
Por otro lado, es bueno revisar esta obra, ya que su formato de novela gráfica hace que sea mucho más entendible y fácil de asimilar para algunos sectores de la población que no comprenden la magnitud de lo que fue el exterminio judío a manos de los nazis. Quizás ésta haya sido la razón por la cual la crítica profesional le otorgó el mayor premio que puede recibir un medio escrito: el famoso premio Pulitzer, que sólo se le otorga a unos cuantos por su destacada labor en favor de la literatura y/o el periodismo. Además, la propia industria del cómic hizo lo propio al darle el premio Eisner, que es el mayor galardón que se le da a una obra de este tipo.
Art Spiegelman fue de los primeros en salir a la luz del medio de la novela gráfica, ya que comenzó a mediados de los años ochenta, buscando temas distintos al de los súper héroes y fue parte de una gran ola de producciones independientes que nunca fueron tomadas en serio por las grandes compañías como lo son Marvel, DC, Image, Disney, Dark Horse, etcétera. La razón principal fue la mofa hacia eventos de la vida real y la gran carga de mensajes políticos que éstos transmitían y que se consideraban perjudiciales para la juventud que leía dichas publicaciones.
Tenemos varios ejemplos como “Watchmen”, “V de Venganza”, “La liga Extraordinaria” de Alan Moore, “Sin City”, “300” de Frank Miller y muchos más; temas alternativos a los que se manejan en el ámbito del cómic americano que radican principalmente en los súper héroes y aventuras cien por ciento fantásticas. De hecho, la influencia de “Maus” llegó a latitudes inesperadas al hacer una aparición en Los Simpson y como dato curioso, resulta que un neonazi compró un poster del libro en una tienda para ponerlo en la pared, ya que fue la última esvástica que pudo conseguir al ser un símbolo prohibido en Alemania y Europa; esto se dio durante una entrevista para un documental sobre el nazismo, el cual Spiegelman vio con cierta extrañeza.
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En mi mi personal opinión, soy de la idea de que los cómics y las novelas gráficas tienen mucho potencial para llegar a competirle a la literatura formal, debido a que si bien las historias son fantásticas, muchas de ellas han resultado ser tan complejas que hay que releerlas varias veces para entenderlas a plenitud; por ello “Maus” es una muy buena opción para poder comenzar adentrarse a este mundo con tanto potencial.
¿Te atreves a cruzar la línea de El Vortex?