Si bien es que trabajar de lunes a viernes es un martirio, ahora imagínense trabajar en fin de semana ¡que horror! La verdad es de mis peores pesadillas. Pero se preguntaran ¨¿de qué habla este morro?¨; pues sencillo, los pondré en contexto.
La semana pasada en el corporativo de El Vortex el Jefazo dijo que se iba a ver unos clientes a San Diego, esperando hacer negocios con la famosa convención de ahí… ustedes saben, pero juraría que vi que sus boletos de avión decían Las Vegas, Nevada; entonces no estoy seguro de donde está, quizás está gastando nuestras utilidades en los casinos con bellas edecanes a los costados… ¡qué envidia! Bueno pero el punto de todo esto es que me dejó bajo la tutela del Equipo Hariken Fest, esos zombis playeros son tan insistentes como vendedores de tiempos compartidos… pero bueno el punto es que mi jefe me dejó a sus órdenes.
El líder de esa Tribu me adoptó, me puso una camisa hawaiana, un collar de flores, bermudas y bloqueador solar; así que pensé que eran gente alivianada y no sería tan malo después de todo. Una vez notaron mi tranquilidad comenzó el bombardeo de tareas porque el becario lo puede todo, si claro exploten al becario, pero he de aceptar que me dieron tortas muy ricas de carne sorpresa.
Primero comenzó con enlistar los slogans para promocionar Hariken Fest, después preparar la imágenes de los promos, los beneficios del evento, la preventa de boletos, moderar la página oficial, llamar a la agencia de los autobuses, llamar a la gente de la imprenta, los patrocinadores, los de limpieza, los de las camisas hawaianas, a los de los sándwiches, los de YouTube, a los invitados, a los de preventas… en fin que tuve que llamar a mil personas y tomar muchos recados y ahhhh casi muero. Pero pensé que ahí terminaría todo, pero apenas era el comienzo.
Todo el equipo Hariken que parecía que andaba en su viajecin de aliviane se volvieron demonios de Tasmania y andaban gruñendo y gritando por todos lados, se volvió una carnicería. Todos se decían de cosas y todos gritaban; juraría que vi a alguien tomar un hueso y reventárselo a alguien más. Sentí miedo no lo niego, pero a pesar de todo el ambiente caótico las cosas estaban saliendo bien. Entonces al final del viernes, en la noche el gran Kahuna (así llame al líder Hariken) me dijo que me necesitaban para mañana (el día Sábado) en la madrugada, que sin mí no lo lograrían, en ese momento me llené de alegría y le dije que no le fallaría. Salí de la oficina, fui a casa y a mitad de camino me arrepentí de aceptar, era muy tarde para retractarme así que dormí temprano.
Y así es como llegamos al Sábado en la mañana. Ese día fue muy peculiar, ver la cuidad vacía, sin tráfico, sin gente y cuando llegue al punto ya estaba el ritual de iniciación del evento. Varios estaban muy dormidos y comenzamos a tener fallos, el gran Kahuna me dijo que debería apoyar desde el inicio, así que se bautizaron los camiones con sus pokemones espirituales y abordé uno de los primeros. Comenzó la aventura. Para empezar el chamán del autobús era medio buchón y estaba poniendo rolas medio norteñas y como de banda, conducía como si tuviera troca o algo así; después de 3 horas sentí que iba a bajar gritando “fierro pariente”, pero afortunadamente no sucedió.
Después de guiar a los ocupantes del autobús, los llevamos por su iniciación en Hariken Fest (si, los llevamos a la taquilla), una vez iniciados se les indicó donde estaban las atracciones y demás pero estaban algo apresurados y no me prestaron nada de atención. Pero como ya había un ligero retraso el gran Kahuna me dijo que debía ayudar en escenario, así que me puse en camino; pero antes decidí cambiar mi ropa ya que el calor era muy sofocante y necesitaba ropa más fresca, pase a un cambiador y cuando salí el horror llegó a mis ojos.