AVISO: El siguiente texto contiene lenguaje altisonante.
Lea bajo su propia responsabilidad.
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Por Atushi
ONIGIRIS EXPLOSIVOS
La luz se enciende y me lastima la vista, a la vez que me saca de mi estado de trance. Más bien creo que estaba dormitando con los ojos abiertos; pero qué mierdas importa. A oscuras eso da igual.
,,,,,,Jimena entra y cierra la puerta tras de sí. La asegura con una cadena y mete un candado entre los eslabones. Luego se acomoda en la única silla de la habitación.
……« ¿Por qué carajo me jalas a la realidad?», pienso yo, mientras ella saca dificultosamente de su mochila una cabeza degollada. Una más con peluca de Miku.
……Jimena abre un poco la puerta de mi jaula y arroja la cabeza dentro. La peluca ya está pringada con sangre; especialmente las largas coletas azules. Cae junto al montón de cabezas donde ya debe haber otras cinco o seis con la misma peluca.
……– Pobre Memo. Hoy te ves muy pálido. Me parece que estás enfermando.
……– …te a …erg…– apenas puedo balbucear.
……– ¿Qué dijiste, cariño?
……Aprieto el ano y todos los dedos de mi cuerpo para sacar fuerzas y repetir mis palabras.
……– Vete a la verga.
……Pero Jimena no presta atención a mis palabras. Está muy concentrada en mi aspecto.
……– No te preocupes. Todo terminará en unas horas. Sólo espero no te pongas más blanco de lo que ya estás. Arruinarías el disfraz…– hace una pausa y luego corrige con aire burlón– Perdón. Se dice cosplay, ¿verdad?
……Luego se voltea y comienza a revisar no sé qué en su iPhone. Me siento de la chingada. Demasiado débil como para pensar en insultos o idear un plan de escape. Sólo inclino la cabeza hasta recargar la barbilla en mi pecho. Ya no soporto el olor de mis miados y cagadas; apestan peor que el montón de cabezas degolladas sangrantes y en descomposición. Además tengo vómito seco sobre los muslos, el abdomen, la verga y los huevos. Llevo cuatro días con los brazos atados a la espalda y aún no me acostumbro al molesto dolor en los hombros.
……– Mira, cariño. Este es el Centro de Convenciones Tlatelolco, donde en estos momentos se lleva a cabo la enésima Expo-TNT. Ya es el cuarto día–. Mientras habla, Jimena me muestra fotografías de la convención tomadas con su móvil un par de horas antes–. Aunque eso tú ya lo sabes, ¿no? Debes haber ido a muchas convenciones como ésta. Pero ahora yo sé algo que tú no: Hoy la TNT superó su máximo récord de asistencia. ¿Tienes idea de cuántos ‘otakus’ hay ahí dentro ahora mismo? Miles y miles. Te lo juro. Miles y miles de ‘otakus’.
……Ella busca una navaja y ágilmente corta una manzana en trozos de buen tamaño.
……– La verdadera pregunta es: ¿por qué no estás tú ahí con ellos? Te estás perdiendo del mayor evento de ‘otakus’ en la historia de este país, y lo más triste es que no puedes hacer nada al respecto.
……Apenas puedo levantar la cabeza para ver cuando Jimena deja la manzana sobre la silla y abre despacio la puerta de la jaula. Cuidando no pisar ninguna cagada, entra y se aproxima a mí.
……– ¡Qué asco, Memo! ¿Cómo puedes soportar esta pinche peste?– dice con un gesto de repulsión mientras se cubrie la boca y la nariz.
……En una mano sostiene el extremo de una manguera apuntada hacia mí. Un chorro de agua helada me cae encima agresivamente y todo el cuerpo se me entume y eriza en un segundo. Ella me arroja agua en la cabeza, los hombros, el pecho y las piernas. Con un movimiento de la otra mano indica que me voltee. El agua me cae sobre la espalda y luego me llega hasta el culo. Por último, Jimena vuelve a rociarme la cabeza.
……– Dime una cosa. ¿Cuántos tipos crees tú que se disfrazan de algún Akatsuki durante una convención?– pregunta ella mientras sale de la jaula dejándola abierta, a la vez que ella misma responde–. Bastantes. Hace rato estuve ahí y conté más de setenta. ¿Puedes creerlo? Setenta y cuatro weyes con túnicas negras de nubecitas rojas. A donde quiera que mires siempre hay uno de esos. ¿Tú podrías explicarme qué carajos se supone que son esos Akatsuki? Espero que no me vayas a salir con que no te gusta Naruto, porque no te lo creería, cariño.
……Vuelve a aproximarse a mí. Con la punta de la navaja ensarta un pedazo de manzana y me lo acerca. La fuerza acude a mi cuerpo, no sé de dónde. Cojo el bocado y me lo trago desesperadamente, casi sin masticarlo. Luego de hacer lo mismo tres veces, Jimena deja el resto de la manzana en el suelo y sale de la jaula. Yo me abalanzo sobre el fruto y me dedico a devorarlo hasta el corazón.
……– Perdona que te trajera manzana en vez de un onigiri, pero ya se me terminaron. Los regalé todos. ¿No te lo había dicho? Sólo por hoy, en el stand de El Vortex tenemos una promoción especial. Todo aquél que llega con su disfraz… perdón… cosplay de Akatsuki, recibe gratis un onigiri. Cortesía de El Vortex; y mía, claro, que por algo soy la jefa.
…… » Pero no te pierdes de nada. Estos onigiris son de plástico. No para comerse. Y es que los onigiris de verdad son muy frágiles; apenas los muerdes se desmoronan. No sirven si lo que quieres es ocultar algo en su interior. Si acaso una moneda. Pero para esconder algo más grande… digamos, una pequeña bomba casera, necesitas un contenedor más resistente. Así que los onigiris de plástico son la coraza perfecta. ¿No estás de acuerdo?
……Volteo a ver a Jimena y me topo directamente con su inquisidora mirada y su despiadada mueca de gozo. Nuevamente ella entra a la jaula, pero esta vez se aproxima a mí más que antes. Lleva algo en las manos, aunque no logro distinguirlo bien; pero no me quedan fuerzas ni para apartarme.
Mis manos y boca tiemblan.
……– Tranquilo. No estés tan tenso. Veamos… ¿Qué podemos hacer para relajarte esos nervios?
……Ella usa ese tono de voz desagradable con el cual crea una atmósfera todavía más desagradable.
……– ¡Ya sé!– continúa–. Tal vez una mamada funcione. Sí. Eso es lo que necesitas. Una buena mamada. ¿Eso quieres, cariño? ¿Quieres que te la chupe?
……Cada una de sus palabras me atraviesan el pecho como una daga muy fría.
……– Lo siento, cariño. Ni que tuvieras tanta suerte. Además todavía apestas a mierda– termina ella. Y en lugar de la mamada recibo un tremendo puntapié en las costillas. Caigo al suelo, pero ella me tira del cabello con fuerza.
……Trae en la mano una trasquiladora. La enciende, y sin apenas sentirlo pierdo toda mi cabellera en menos de un minuto; aunque poco me importa ya eso.
……Jimena vuelve a patearme. Dos. Cuatro. Siete veces. Las necesarias para obligarme a salir a gatas de la jaula y acomodarme lo mejor posible en la silla.
……– Tan sólo imagínalo, Memo. Setenta y cuatro inocentes onigiris explosivos yendo tranquilamente de un lado a otro por toda la convención– dice ella relajadamente, mientras con la navaja me rasura toda la cabeza luego de untarme crema de afeitar, hasta dejarme tan liso como un foco.
……– Te ves muy guapo así, Memo. Me encantaría disfrazarte de Lex Luthor y luego llevarte a la cama. Sería genial, ¿no crees? Incluso te la chuparía. Lo digo en serio. Lástima que eso no podrá ser.
……Con la punta de un dedo, Jimena encuentra un punto específico en la parte superior de mi espalda, justo donde termina mi cuello.
……– ¿Sabes qué pasará en exactamente una hora y doce minutos? El grupo Kamikaze comenzará a tocar en el escenario principal de la Expo-TNT. Poca cosa, ¿verdad? Pero por alguna razón esos weyes tienen muchísimo pegue en las convenciones de ánime. ¿Tú sabes por qué, Memo?
……Sólo consigo negar con la cabeza.
……– ¿No sabes? ¿No a todos los ‘otakus’ les fascina esa banda?
……Vuelvo a negar.
……– Vaya, todos los días se aprende algo nuevo, ¿verdad? Pero adivina qué más: una de esas cantantes traídas de Japón va a cantar con ellos. ¿Te lo imaginas? Los ‘otakus’ se van a amontonar como sardinas para ver eso.
……» Y lo mejor de todo es que tú vas a estar ahí, en primera fila. Te lo garantizo. ¡Alégrate, Memo!
……Jimena hace presión bajo mi cuello y entonces puedo sentir la unión de dos de mis vértebras. Luego, el frío tacto de una delgada y muy fina aguja se introduce en mi piel hasta aquel lugar de mi columna vertebral. Al principio siento un dolor agudo, pero después de eso no vuelvo a sentir nada. He dejado de sentir mi cuerpo.
……– Listo, no fue difícil. Sólo acabo de quitarte la movilidad del cuerpo. Pero descuida, tus sentidos y cerebro aún funcionan a la perfección. Claro, ya no puedes hablar ni moverte; pero te aseguro que aún puedes sentir orgasmos, por si tenías esa duda. Perdón si esto te parece un poco drástico, pero en este momento tener un Lex Luthor sería muy arriesgado. Lo que en verdad necesito es un Charles Xavier.
……Con mucha dificultad, Jimena consigue ponerme ropa. Pantalones, zapatos y camisa de vestir. Saco y corbata. Todo muy elegante. Luego sale de la habitación. Incluso se da el lujo de dejar la puerta semi abierta, sin candados ni cadenas.
……Sin poder moverme o siquiera gritar, esos momentos de soledad me parecen eternos. Una verdadera tortura. Me siento tan miserable y desdichado como jamás imaginé podría llegar a estarlo.
……Unas cuantas lágrimas resbalan de mis ojos sólo para ser limpiadas a tiempo por Jimena, quien vuelve empujando una silla de ruedas. Estoy desnutrido y adelgazado. Jimena logra cargarme y acomodarme en aquella silla.
……– Unos cuantos retoques con maquillaje y serás el Profesor-X más guapo que haya visto.
……De su bolso de mano saca un estuche de sombras, y comienza a pasarme maquillaje por toda la cabeza y el cuello.
……– ¿Por qué tuviste que ser ‘otaku’, Memo? No lo entiendo. Si fueras comiquero como yo no estarías aquí ahora; sino ayudándome a repartir onigiris falsos a los Akatsuki. Lástima que ya no puedes hablar. Ahora más que nunca quisiera que me explicaras por qué a ti y a los demás ‘otakus’ les gustan tanto el ánime y el manga. ¿Qué encuentran de sensacional en esos personajes de ojos grandotes que sólo comen arroz y se quitan los zapatos para entrar a sus propias casas? Lo peor de todo es que no les dejan ver lo geniales que son el cómic americano y las historietas de superhéroes.
……» ¿Qué será? Si me lo dijeras, tal vez podrías convencerme de cancelar el plan, y todos los ‘otakus’ de la Expo-TNT se irían tranquilamente a sus casas. Pero como no puedes, no me queda más remedio que matarlos a todos.
……Mi respiración se vuelve agitada. Jimena termina y vuelve a guardar el maquillaje.
……– Muy hitleriano, ¿verdad? Pero ¿qué puedo decir? Así las cosas. Odio a los ‘otakus’ y no puedo hacer nada al respecto… salvo exterminarlos, claro. Llevo años conformándome con degollar a uno que otro cosplayer vestido de personaje de ánime; pero ya es tiempo de hacer algo en verdad grande. Y para eso son los onigiris explosivos.
……» En cuanto Kamikaze termine de interpretar su segunda canción, setenta y cuatro hermosas explosiones simultáneas volarán en pedazos a sus respectivos Akatsuki y a todos en un diámetro de seis metros cada una. ¿Puedes imaginarte el incendio? ¿A la gente asfixiada por culpa del humo? Los ‘otakus’ calcinados. Y los cosplayers más aparatosos tropezando y siendo aplastados por quienes pasan encima de ellos intentando correr por todos lados en busca de una salida, sólo para descubrir que no hay ninguna.
……» ¿No te lo había dicho? Todos los guardias y vigilantes de la convención ahora son, por así decirlo, mis peones. Sólo tuve llegarles al precio. Cosa fácil. Ellos cerrarán discretamente todas las puertas, sin llamar la atención, en cuanto termine la primera canción. Todo ocurrirá en un par de minutos. Y nadie podrá entrar ni salir del edificio.
……» Pero descuida. Para entonces tú y yo estaremos bien adentro, escuchando a la banda.
……Una vez más nuestras miradas chocan. Esta vez Jimena me observa de un modo distinto; como lamentándose por algo. Su tono de voz se vuelve ligeramente dulce.
……– Te preguntas dónde estará el detonador de todas esas bombas, ¿cierto? Ahí es donde entras tú, mi querido Memo. Estás sentando sobre de él. El detonador está instalado debajo de tu silla, junto con otra bomba, pero ésta es más grande y mucho más potente que las demás. Matará a todo el mundo en un diámetro de quince metros. Kamikaze volará en pedazos junto con todos sus fans.
……Con ambas manos, Jimena sujeta mi rostro. Yo sólo puedo sentir desprecio y repugnancia por aquel tacto. Su voz se dulcifica aún más.
……– El único problema es que el detonador se activa manualmente. Con un botón. Y para mi mala suerte ninguno de los otros chicos de El Vortex quiso tener el honor de oprimirlo. Tendré que hacerlo yo misma, lo cual me parece bien, pues finalmente todo esto fue idea mía.
……Jimena reflexiona sobre algo por un momento.
……– ¿Qué te parece si me disfrazo como Jean Grey? Sería estupendo. Jean Grey y Charles Xavier uniendo una vez más sus poderes para aniquilar al enemigo. ¿No te gusta la idea?
……Me observa por un instante, como si en verdad esperara una respuesta. Luego revisa su iPhone.
……– Lástima. Ya es hora de irnos. Sólo tengo tiempo para responder una pregunta. Cualquiera. Dime qué te gustaría saber.
……Silencio.
……Con sólo ver mi ojos, ella adivina mis pensamientos.
……– ¿Por qué tú? ¿Quieres saber por qué te escogí a ti para esto? En realidad no estoy muy segura. Sólo digamos que me caíste bien desde el principio; a pesar de ser ‘otaku’. Pero hay otra razón. ¿Recuerdas que en cierta ocasión quise prestarte mi más preciado tesoro? ¿Mi ejemplar del primer número de los X-Men? Y entonces tú sólo dijiste: “No gracias. Esas cosas me parecen aburridas. Prefiero el ánime.” ¿Cómo pudiste, Memo? Nunca debes decirle eso a un comiquero. Nunca. Al menos lo hubieras leído por cortesía. Pero no. Lo rechazaste de buenas a primeras sin darle una oportunidad. Y por eso ahora estás aquí, encarnando al mismísimo Profesor-X. ¿No te parece irónico morir así después de aquello? Pinche Memo.
……Jimena consulta nuevamente el reloj de su iPhone. Se coloca detrás de mí y comienza a empujar la silla.
……– Llegó la hora, cariño. Sayoonara– termina diciendo con sarcasmo. Avanzamos lentamente hacia la Expo-TNT. Y llegamos justo a tiempo para ver cuando Kamikaze sube al escenario.
……Tal como Jimena había dicho, los Akatsuki están por todos lados.
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autor: jorge garcía (atushi)
Agradecimiento especial a Mena
(cuya alucinación a los otakus inspiró este cuento)
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