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Llega el verano. Sol en el cielo, playas artificiales en el DF y estrenos en cine. Es una de las mejores temporadas para los cinéfilos ya que es cuando existe la mayor variedad de géneros en cartelera y, aprovechando que los chicos de la casa están de vacaciones, es una época particularmente buena para las películas con presupuesto desorbitante, momento para que los especialistas del CGI se den vuelo, momento para churros como Transformers 4.
Con un elenco renovado, TF4: La era de la extinción, nos cuenta la historia de cómo los Autobots han sido perseguidos hasta el cansancio por los humanos a quienes habían jurado proteger, teniendo que esconderse para poder sobrevivir. Es aquí cuando un ingeniero de noble corazón (Mark Wahlberg) repara a Optimus Prime y queda ligado a él en la lucha no sólo contra los agentes gubernamentales que los hostigan, sino también contra la raza alienígena que los está cazando para llevarlos de regreso a su lugar de origen.
Vayamos por partes. Una película clasificación B que dura casi 3 horas, llegó un momento en que no supe distinguir quién estaba más desesperado porque se acabara, si los papás o los niños. A pesar de que la carga de acción es bastante (digamos ¾ de la película), se trata de un filme donde el ritmo de la trama se vuelve soso: golpes-explosiones-calma, nuevo enemigo-golpes-explosiones-calma, nuevo enemigo-golpes…
Seamos honestos. Los que fueron a ver esta cinta y se sintieron defraudados no sólo son mentirosos sino además inocentes. A mí la defraudación me vino desde el “Episodio 2” de esta saga. Es el tipo de películas en las que uno está OBLIGADO a ver sin expectativa alguna más que pasar un buen rato fuera de casa. Cualquiera que haya visto el póster de Optimus Prime empuñando una espada Arturiana, montado sobre un T-Rex mecánico, entiende que está a punto de ver una de las películas más improvisadas del año. Y uno se pregunta ¿cómo es posible que sigan contratando a Michael Bay & Cía. para hacer estas cosas? Bien fácil: patrocinadores. Nada más para que se den una idea, a esta película la patrocinaron Hasbro (o no tendríamos Transformers para empezar), Chevrolet (o no tendríamos nuestro Camaro Bumblebee), Bud Light, Sparco, Oreo y hasta Victoria’s Secret. Algunos comerciales de las marcas son muy discretos, pero hay otros que rayan en lo cínico y chafa.
Los efectos especiales varían desde muy buenos a terriblemente malos. He de confesar que el cine en 3D nunca me ha gustado. Vaya, para acabar pronto, tampoco soy muy fan del Bluray y es por una sencilla razón: si en formato convencional los efectos especiales se ven falsos, en formato plus-ultra se ven MÁS falsos. Es decir, cuando algo está sobrepuesto o creado sobre una pantalla verde, de inmediato salta a la vista. En el caso de Transformers 4, donde se juega con una sustancia biotrónica, el movimiento es más artificial que el trasero de Alejandra Guzmán.
No me atrevo a juzgar las actuaciones porque finalmente no estamos hablando de un filme dramático que exija a los actores. Digamos que su desempeño es “lo que se esperaría”. Lo que es seguro, es que a la nueva parejita sexy de ojos bonitos la veremos más adelante, un recurso que le ha servido a Marvel; por ejemplo: pongamos un protagonista guapetón de buen cuerpo para que el público femenino (a quien no va dirigida la película) esté pensando en algo que no sea ahorcar al pobre individuo que las trajo a ver 120 minutos de superhéroes.
La música no es buena. El vestuario no es nada fuera de lo común. Los escenarios y locaciones bien escogidos y acorde a la acción. La edición, visualmente hablando, es buena y aun así está plagada de errores secuenciales, lógicos y anacrónicos. En resumen, a menos que no tengan nada mejor qué hacer, véanla. Siempre y cuando vayan mentalizados a que lo que verán no será nada diferente, que es a lo que nos tiene acostumbrados la saga. ¡¡Y agárrense!! Que ya se está planeando una quinta entrega de Transformers. ¿Cuántos más, Michael Bay? ¿¡Cuántos más!?
