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Algunas cosas que aprendí de Cuphead

Cuphead es un videojuego independiente creado por el estudio HDMR, encabezado por los hermanos Jared y Chad Moldenhauer, del género llamado Gun & Run, cuyos antecedentes se pueden rastrear a juegos como el mítico Contra y la saga Metal Slug.

Resumiendo, se trata de juegos de acción, generalmente desenfrenada, en los que los protagonistas se abren paso a “sangre y fuego” por distintas pantallas repletas de adversarios, hasta llegar ante un Final Boss. 

Que al ser derrotado abre el paso a nuevos escenarios en los que la fórmula se repite, hasta llegar al villano definitivo en turno que debe ser derrotado.

¿Te has acercado a estos clásicos?

Si bien la obra de los Moldenhauer bebe directamente de esas fuentes, Cuphead encaja mejor en lo que se conoce como Boss Rush, esto es mecánicas jugables basadas enteramente, o casi, en el combate contra jefes finales. 

Niveles sin la intermediación de fases de exploración o de superación de retos. Este enfoque en los Jefes Finales, quienes han estado presentes durante casi todo el tiempo de vida de la industria del videojuego, ha cobrado cierta relevancia en los últimos años. 

Pienso, por ejemplo, en los juegos de la saga Dark Souls, en la que estos adversarios son más que simples obstáculos a superar, o en la mayoría de los que pueden encontrarse en los Metal Gear, es decir, auténticos desafíos para la habilidad del jugador. 

Algunas cosas que aprendí de Cuphead
Por si no le tenías ya miedo a los payasos

Quien frente a ellos pone a prueba su paciencia, ingenio y determinación. Un enfoque que alcanza con Cuphead cuotas que no se habían explorado antes. O al menos no de la manera en la que este juego lo ha conseguido.

Detrás de este videojuego no hay una historia épica ni una potencia gráfica bestial. Lo que sí hay, y a montones, es pasión y amor por lo que se realiza, precisamente lo que toda obra de arte digna de llamarse así requiere.

Más allá del estilo visual y auditivo que presenta, que son soberbios y que merecen que se hable un poco más de ellos, Cuphead es una de esas cada vez más raras creaciones que dejan ver todo lo que sus creadores vertieron encima.

Además del esfuerzo y sacrificio que les significó, los hermanos la pasaron en grande diseñando su juego, y eso se nota, se agradece, y crea una especie de diálogo que permite un disfrute distinto, más íntimo tal vez.

Como a muchos otros, me enamoró el estilo gráfico del juego, inspirado en los dibujos animados de los años 20 y 30, un estilo alocado, desenfadado y poco interesado por tomarse demasiado en serio si ello se traduce en un obstáculo para su disfrute. 

Algo que muchos creadores modernos, independientemente del sector en el que se desenvuelvan, desdeñan por motivos que me declaro incapaz de comprender. Sin embargo, Cuphead es más que el arte de sus animaciones, realizadas a mano y fotograma a fotograma.

También es reto y dificultad, un binomio raro de encontrar en estos tiempos. La obra de los hermanos Moldenhauer forma parte de ese raro grupo de videojuegos modernos que tienen confianza absoluta en el jugador, respeto se le podría llamar también. 

https://www.youtube.com/watch?v=81zM_vg96VY&ab_channel=XboxEspa%C3%B1a
Y cuando piensas que no puede ser más complicado, Cuphead se convierte en un bullet hell

Al grado que no se lo piensan dos veces para ponernos las cosas difíciles, muy difíciles. Tan difíciles que muchos optarán por abandonar y abocarse a la próxima novedad que se acerque más a su zona de confort.

La opera prima de Estudio HDMR no es para todo el mundo, pues fue creada para jugadores de la vieja escuela, para quienes reto y diversión iban de la mano. ¿Por qué estoy tan seguro de ello? Porque basta ver las referencias, guiños y homenajes que Cuphead hace.

Sin afán de ser exhaustivo, en este juego encontramos referencias a Super Mario World, Street Fighter II, Megaman. Cada uno de ellos demandantes a su estilo y que, de una forma u otra, fueron obras que marcaron su época.

Sea cierto o no que no es para todos, Cuphead supo ganarse el cariño y respeto de la comunidad de videojugadores, logrando en muy poco tiempo alcanzar el millón de ventas, un hito que títulos triple A en ocasiones no son capaces de arañar.

El tramo final del juego es una dura prueba de resistencia

Pero sobre todo, está recepción me parece queda mejor demostrada por la cantidad, y sobre todo la calidad, del arte creado por los aficionados a manera de homenaje. Lo hecho por la comunidad en este apartado me parece sumamente reseñable.

¿Por qué me parece que Cuphead es tan relevante? Además de por todo lo ya dicho, porque, tal como reza el título del presente artículo, es una obra de la que se pueden extraer aprendizajes la mar de interesantes, sobre todo para quien nos dedicamos a aspectos creativos.

Es bien sabido que su desarrollo no estuvo exento de problemas, al grado que sus creadores se vieron obligados a hipotecar sus hogares, lo que nos muestra un nivel de compromiso hacia la obra en proceso digno de admiración.

Nunca antes una taza fue tan carismática

Destacable me parecen también el amor y respeto hacia las fuentes de inspiración, algo que queda palpable en el resultado final. Otra lección muy a tener en cuenta es que no se requiere de grandes presupuestos, fama o prestigio, para crear algo con calidad y significado.

Lo que únicamente puede lograrse mediante trabajo duro, entrega, sacrificio y confianza en lo que se está realizando, apostándolo todo en una idea que se desea materializar.

Voy cerrando esto recomendándoles una vez más que se acerquen a conocer esta joya del entretenimiento electrónico, así como a cualquier otro desarrollo creativo independiente que llame su atención. Un saludo y hasta la próxima ocasión.

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Alejandro Morales Mariaca
Escritor y articulista nacido en la Ciudad de México. Es un apasionado de la cultura popular, entiéndase cine, televisión, música, videojuego, medios tan válidos como cualquier otro para contar historias; considerándose un defensor y promotor de dicha cultura. Más recientemente se desenvuelve como periodista de videojuegos.

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