RICARDO AVILÉS|
Cuando yo tenía nueve años, Wes Craven entró a mi vida.
Eran un poco más de las seis de la tarde, mis padres me dejaban solo por primera vez y yo estaba ansioso de ver una película que había comprado a escondidas. Al ser una época pre-internet, sólo sabía dos cosas acerca de esta cinta: 1) La película había hecho que mi hermana adolescente durmiera en la cama de mis papás y 2) La portada del VHS me daba escalofríos.
Scream, grita antes de morir estaba escrito con letras blancas en una caja negra con cinco personajes asustados y al fondo, el rostro de una mujer que se cubría la boca intentando no gritar. El corazón me latía como si se fuera salir del pecho de la emoción, entonces puse la película y di inicio a la función.
La primera secuencia me aterrorizó por completo. Las llamadas, las palomitas quemándose, el novio atado a una silla (gracias a los subtítulos aprendí la palabra entrañas) y un asesino con máscara blanca y alargada que era la encarnación del mal. Con apenas siete minutos, las piernas me temblaban e incluso tuve que taparme los ojos para no ver el cuerpo mutilado de Drew Barrymore. No podía más…pero QUERÍA ver mucho más.
Al final de la película, cuando los gritos terminaron y los créditos comenzaron, yo me quedé en shock. Estaba asustado, pero a la vez divertido y lo único que me pasaba por la mente era volver a verla. Así que tomé la caja del VHS y la miré por segundos para saber quiénes de los actores de la portada habían sido asesinados por Ghostface. Ahí, unas letras llamaron mi atención. “La aclamada película de Wes Craven”.
¿Quién era Wes Craven? Entonces, hice lo que cualquier cinéfilo de los noventa hubiera hecho: ir al Videocentro en busca de una respuesta. Esa visita a mi tienda de videos de confianza me abrió la mente a un nuevo mundo: a la sección de terror, que era todo lo que había soñado y más. Aparte, ¡el nombre Wes Craven se repetía en varias de las portadas! Pueden imaginar mi emoción.
Un hombre en una silla eléctrica (Shocker, 10 mil voltios de terror), una calavera encima de unas casas (La gente detrás de las paredes), un hombre de cara blanca gritando desde una tumba (La serpiente y el arco iris) y por supuesto una portada con el villano más emblemático y reconocido del siglo XX: Freddy Krueger (Pesadilla en la calle del infierno).
El siguiente paso era obvio, debía ver todas las películas que la sección de terror del Videocentro tenía para ofrecerme y eso hice. En menos de dos años yo ya me consideraba un experto en el género (a pesar de estar muy lejos de ello), pues había visto la sección entera de terror, reconocía actores, directores, monstruos; sabía lo que era la serie b, el gore; y a partir de ahí mi vida comenzó a girar en torno al cine de terror. Todo gracias a Wes Craven.
Ahora, diecisiete años después, puedo decir con seguridad que el cine de terror salvó mi vida. Evitó que me molestaran en la escuela, ya que a pesar de ser un niño bastante raro que en un contexto normal sería buleado, los demás niños se enfocaban en que les recomendara películas de terror, en vez de hacerme burlas. Me enseñó de sexo mucho antes de practicarlo, así que antes tener pláticas incómodas con mis padres, ya sabía lo que significaba la palabra orgasmo, qué era ser virgen y hasta que era la menstruación. El cine de terror me enseñó que está bien ser diferente y que los verdaderos monstruos son los que menos parecen monstruos, la gente ordinaria. Pero lo más importante, el cine de terror me inspiró a seguir el sueño que hasta ahora persigo. Repito, TODO GRACIAS A WES CRAVEN.
Así que cuando me enteré de su muerte, me dolió. ¿Cómo es posible que te duela la muerte de alguien que ni siquiera conociste?, te preguntarás ávido lector. El problema es que siento que sí conocí a Wes Craven al ver sus películas y lo reconozco como mi primer maestro de cine.
Entonces, cuando El Vortex me invitó a escribir este pequeño artículo acerca de Wes Craven entré en conflicto sobre qué escribir. ¿Su vida? Está en Wikipedia. ¿Su filmografía? Pues IMBD lo hace mejor. Así que decidí relatar cómo Wes Craven marcó mi vida. Y lo admito, ahora que termino estas líneas me pregunto si a alguien le interesa. Puede ser que no, pero a lo mejor sí. No lo sé. Sólo sé que como a mí, Wes Craven marcó la vida de millones de fanáticos alrededor del mundo que acaban de perder a un ídolo, a un maestro, a un amigo.
Sólo queda agradecer el legado que nos dejó. GRACIAS. Ahora sólo me queda una pregunta más por hacer (entren fanfarrias):
What’s your favorite scary movie?
Wes Craven (1939-2015)