El episodio de hoy:
LA MALDICIÓN DE SUPERMAN (SE NIEGA A MORIR)
Capítulo 1: Si no está roto…
Con la reciente noticia de la fecha de estreno de la -¿esperada?- producción titulada Batman vs Superman y el anuncio del casting de Jesse Eisenberg como Lex Luthor y Jeremy Irons como el mayordomo Alfred, muchos fans estarán salivando por la anticipación, los desconfiados sentirán elevada la presión sanguínea y tantos otros estarán redactando de antemano su e-mail con amenazas de muerte hacia Zack Snyder, pero todos con un cierto temor de que el proyecto bien podría ser un asco salvo por una ligera pizca de optimismo.
Todos ellos parecen ignorar que este tipo de ansiedad a causa de la dificultosa pre-producción de una película de Superman no es nada nuevo. Es una batalla mucho más antigua de lo que creen, ocurriendo no frente a la cámara, ni en el set de filmación, sino en las oficinas de los ejecutivos de Warner Bros. Pictures. Pocas franquicias han pasado por tantas décadas de negociaciones, conceptos preliminares y sobre todo frustración antes de finalmente sacar un producto al público para su deleite, por tan deficiente que fuera. A excepción de, sin sorpresa, Batman.
Estamos hablando de la leyenda urbana sobre la maldición de Superman. Y no, no voy a hacer un recuento…
¿Qué? ¿Tengo que hacerlo? Bien, entonces, empecemos.
Es virtualmente imposible que algún lector no sepa quién es Superman. Todos lo conocemos. No significa que a todos les guste, pero cuando vemos el escudo con el símbolo de la “S”, no podemos evitar pensar en ese personaje icónico de DC con un tema musical altamente identificable y una imagen inconfundible.
Aunque el personaje es ya un baluarte del mundo de los cómics, la televisión y el cine, es en este último medio dónde las masas más fácilmente lo pueden reconocer. Nos referimos, obviamente, a su aparición en Superman: La Película, de 1978 con Christopher Reeve como el héroe estelar (su nombre apareciendo después de Marlon Brando y Gene Hackman durante los créditos, irónicamente) y dirigida por Richard Donner, quien también filmó La Profecía, Los Goonies y Arma Mortal 1-4.
Superman ya se había visto en varias películas, seriales y programas de televisón antes, pero como sucediera con el personaje, quien definió el arquetipo del superhéroe clásico de los cómics, Superman: La Película hizo lo mismo para el cine de superhéroes hasta la fecha. La película se tomaba en serio y era percibida como una edición definitiva de las historias que se volvieron mito en las historietas, y no nada más un espectáculo para entretener a las personas. Si no fuera por Donner y el impacto que causó esta producción, las hordas de geeks seguirían despotricando sobre novelas gráficas de autores underground en estaciones de radio pirata mientras la quincuagésima temporada del Batman de Adam West se transmitiría por televisión en HD.
Los efectos especiales utilizados por Donner, en gran parte gracias al debidamente generoso presupuesto, permitieron escenas inolvidables para las masas y convencieron a muchos espectadores de que un hombre podía volar.
Sin embargo, no sólo trataba una historia épica, sino que la manera en que se hizo fue épica. Originalmente planeada como una película cómica al mejor estilo ‘camp’ del Batman protagonizada por Adam West, un equipo de guionistas liderado por Mario Puzo (sí, el de El Padrino) y los productores Alexander e Ilya Salkind estaban a punto de realizar una catástrofe voladora, de no ser por Donner y su propio guionista, Tom Mankiewicz, quien aportó una visión más seria y que pudiera incluir elementos ligeros para los niños a la vez que momentos dramáticos para los adultos.
¿El resultado? Una buena película. O, por lo menos, una película exitosa. Contó la historia completa del origen de Superman, principalmente su llegada la Tierra y conocimiento de sus poderes, todo en 50 minutos sin ser tediosa y llegar, con su debido tiempo, a lo que la gente quiso ver: Superman volando y salvando gente por el resto de la película.
Esta afortunada película convertida en clásico tal vez le pareció a los Salkind algo tan bueno que sintieron la obligación de arruinarlo por completo. Debido a tensiones en el estudio y desacuerdos con el director durante la filmación de la secuela que se estaba realizando casi al mismo tiempo, Donner fue despedido rápidamente y, en crisis, se volvió a filmar casi todo el material, ahora a cargo de Richard Lester.
Superman II siguió estilísticamente a su predecesora en cierta manera, reteniendo el reparto, dirección de arte, ¿música? y, muy especialmente, personajes, particularmente al General Zod y su séquito, quienes aparecieron en la primera parte en un cameo temprano.
Sin embargo, el conocimiento de créditos anteriores de Lester (La Noche de un Día Difícil) harán entendible (aunque no justificable) la afición por el hombre a la comedia física en algunas de las escenas.
Si uno pensaba que este tipo de humor era demasiado para una película de superhéroes, el éxito de la secuela valió la producción de otra (Superman III, por si no has adivinado), donde finalmente los Salkind lograron su visión original, un Superman cómico, ligero y sin ningún rastro de preocupación por si logra salvar al mundo. Y no es sorpresa que haya sido dirigida por Richard Lester.
Aunque el comediante Richard Pryor fue una leyenda en el mundo del stand up, el hombre también es recordado por ser sumamente soso y aburrido en Superman III. La razón por la que Pryor aparece en una película de Superman no es lo impactante, sino cuántas escenas se le dedican a su personaje a comparación de las del superhéroe. Añade a la receta un Superman ebrio y la notable ausencia de Lex Luthor y Lois Lane, y uno podrá darse cuenta de porqué esta película no figura en los montajes de fans de lo mejor del cine de superhéroes.
Muchos, incluido el autor, considerarían imposible que una próxima película en la serie lograría la hazaña de ser peor que Superman III.
Para fortuna de los Salkind, considerándolo en retrospectiva, fue una buena idea el abandonar la franquicia y buscar otras áreas de oportunidad, aunque hubiera sido mejor que mataran al caballo enfermo y evitar su sufrimiento desde un principio, antes de que hiciera un mayor daño.
Heredando la franquicia, entraron Menahem Golan y Yoram Globus, dueños de Cannon Films y productores de las obras maestras del baile Breakin’ y Breakin’ 2: Electric Boogaloo, y la celebrada adaptación de He-Man al cine, Masters of the Universe.
Puesto que la cuarta entrega en la franquicia no estaba entre sus más grandes prioridades, el dúo israelí optó por recortar el presupuesto de la producción casi a la mitad, resultando en efectos mediocres, reciclaje de secuencias grabadas anteriormente y la peor presentación del infame Nuclear Man.
En vez de recontar la trama de Superman IV: La Búsqueda por la Paz y recordar los horrores a aquellos que la han visto o ahorrárselos a los que no lo han hecho, sólo incluiremos la secuencia inicial, donde todos los involucrados hacen lo humanamente posible por que la película luzca mejor de lo que realmente es, y fracasan rotundamente.
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¡Hasta los créditos se arrepienten y salen huyendo!
A pesar de las buenas intenciones de Christopher Reeve, quien escribió el guión, y los esfuerzos sobrehumanos de Sidney J. Furie por sacar lo mejor que un estudio de cartón puede ofrecer, nadie pudo salvar a Superman IV del ridículo masivo y la muerte en taquilla.
Y aquí fue donde la maldición realmente cobró vida.