Beauty and the Beast
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Reseña Beauty and the Beast: Be our guest

Por: Ginny Flores

El festival del cine de Nueva York de 1991 la vio nacer y no estaba siquiera terminada. Fue presentada con escenas inacabadas, storyboards con anotaciones y pruebas de color aún sin definir y aún así fue aplaudida y elogiada por todos en el cine; fue así como Alan Menken supo que Beauty and the Beast sería una gran película. Y no se equivocó. En la edición número 64 de los premio de la Academia, la película animada fue nominada a seis premios Óscar incluyendo tres nominaciones para la misma categoría –sí, Disney compitió contra Disney en esta categoría–: mejor canción original por Belle, Beauty and the Beast y Be our guest; y la primera nominación de una película animada a la categoría de Mejor película.

Alan Menken tuvo voz de profeta. Beauty and the Beast no sólo fue una gran película por los galardones recibidos, sino también por la gran taquilla que recaudó. Fue la primera película animada en superar los cien millones de dólares y una de la más películas más exitosas de 1991 por encima de Teminator 2 y  Robin Hood. Sin duda, Beauty and the Beast fue el éxito que todos esperaban y mucho más.

En mi artículo anterior, dije que Disney estaba caminando por un camino ya conocido y que, por lo que se veía en los adelantos de la película, Beauty and the Beast sería una completa calca de su predecesora animada y… Errar es de humanos. Si tú no has visto la película aún, te recomiendo que dejes de leer SPOILER ALERT.

Menken y Ashman: el regreso

27 años han pasado desde el estreno mundial de la versión animada de esta hermosa película y dos desde que Emma Watson fue elegida como la actriz de Belle.

Desde los primeros acordes, la música de Alan Menken inunda la sala de cine, eriza los vellos de la nuca y mueve el corazón. Los fans nostálgico siempre agradecerán que la música sea como la original. Las canciones, ¡ah, las canciones! Todas y cada una de las que componen el soundtrack original, pero, como esta entrega pretende estar nominada a muchos Premios de la Academia, hubo dos canciones nuevas –ambas muy bellas–.

Algunos han dicho que esta versión está más inspirada en el musical de Broadway que en la película animada por un pequeño detalle: Bestia tiene una canción. Sí, Howard Ashman escribió una canción para Bestia, pero ésta no fue incluida en la versión animada; sin embargo, sí fue utilizada para el musical.

La duda de muchos fans era ¿cómo sonaría Beauty and the Beast en esta adaptación? Ashman debe estar muy contento por esta versión que, aunque no es comparable con la original, es bellísima, incluso la versión pop interpretada por Ariana Grande es muy similar a la que, en su momento, fue propia de Celine Dion.

Probablemente, los únicos peros que se pueden poner a la musicalización de esta obra llegan cuando escuchamos cantar a Belle y el difícilmente ocultable autotune del que hizo uso Emma Watson y el tono ópera que inundó los altavoces de las salas de cine.

He mencionado a Menken y Ashman un par de veces y no les he dicho quienes son estas personas. Menken y Ashman son la dupla musical más exitosa del Renacimiento Disney encargados de musicalizar grande películas como Little Mermaid, Aladdin y claro, Beauty and th Beast. Este 2017 supuso el regreso de la dupla mágica a la pantalla grande… sólo que ya no es una dupla. Ashman murió en abril de 1991, pero su legado musical llega hasta nosotros gracias a esta readaptación. Ésta va por ti, Howard.

“Yo no soy una princesa”

Mucho revuelo hubo cuando se supo que Emma se negaba a usar un corsé para el
emblemático vestido amarillo
por el cual todos reconocemos a Belle y cuando se presentó el vestido ¡el mundo ardió!

La moda de las princesas que no son princesas ha llegado hasta este castillo encantado y es una de las líneas de Belle, en serio, no miento, Belle asegura no ser una princesa. En general, Belle en esta adaptación es muy diferente a la Belle de 1991. El detalle de la ropa de Belle podría parece insignificante, pero existía una razón de peso para que fuera ella la única que vestía de azul: era muy fácil localizarla entre los tonos amarillos, marrones y rojos del musical inicial. Sí, puede parece muy trivial, pero era algo propio de Belle.

Si ya creíamos que Belle estaba loca por leer ¿qué clase de mujer es que le gusta leer (sarcasmo)?, en 2017, Belle se vuelve toda una inventora: inventa la lavadora ¡línchenla por hacer cosas de hombres!

El tono de la película apunta demasiado hacia lo políticamente correcto: pueden verse demasiadas personas negras en el pueblo, las frases machistas de Gastón, la actitud de Belle y, en cierto momento, la de Bestia tiende hacia no herir susceptibilidades de ningún grupo. Claramente es algo que se veía venir desde que algunos sectores feministas tacharon al estudio del ratón de machista (claro, porque en el siglo XVI las mujeres tenían las mismas oportunidades que en el siglo XXI); las protestas por un Hollywood más diverso implicaron el aumento de personajes negros en una película ambientada en una Europa en la que los negros –y no quiero sonar racista– no eran tan comunes ni ocupaban un lugar que la película les dio.

LeFou y  la polémica

Como estrategia de mercado, Disney anunció lo que ya todos sabíamos: LeFou es un personaje gay. Es claro, para quienes vieron la versión del 91, que el compinche de Gastón es un personaje gay. En estos momentos donde la aceptación e integración de personajes LGBT en películas de cualquier corte, el anuncio de un personaje gay atrae morbo e interés por ver cómo se abren las puertas.

Si bien con LeFou aunque ya se asumía como gay, es el primero, en las películas animadas nos encontramos con otro personaje que si bien no es gay, sí puede verse que es el personaje transexual más memorable de Disney desde que Prickly apareció en Lilo & Stitch. Pareciera que ésta es la película que marca la pauta para abrir el camino a muchas cosas que a día de hoy se consideran tabú. ¡Gracias LeFou!

Fábula ancestral

Lo que ha enamorado a muchos fans de la primera versión de Beauty and the Beast es la historia de una mujer hermosa que se enamora de la belleza interior de una bestia, su amor que le enseña a leer y como él renuncia a ella por verla feliz porque la ama. Parece una trama bastante sencilla y, en esencia, lo es. Pero, como siempre, nos gusta encontrar el negrito en el arroz y hay muchas cosas que no quedan claras. Al principio de la película, pareciera que esta versión en live action solucionará las preguntas que durante tanto tiempo los fans se han hecho.

Contrario a eso, la película nos presenta muchas más incógnitas que respuestas. ¿De qué murió la mamá de Bestia? ¿Cómo se llama Bestia? (esta pregunta se responde en la versión animada; sin embargo, sí queda la incógnita en el aire) ¿Por qué Bestia vive en un castillo sin ser de la nobleza? ¿Por qué la gente no recuerda los bailes que Bestia ofrecía antes de ser hechizado? Las preguntas son muchas y las respuestas son pocas. La historia es tan sólida como la versión animada, pero las subtramas (los papás de Bestia y la mamá de Belle) entorpecen un poco el ritmo de la película aunque se agradece que éstas existan.

Creo –desde un punto personal– que la parte más hermosa y emotiva de la película comienza desde que se ve, por primera vez, la rosa y sus pétalos caer. ¿Por qué? Explican algo que la animada ya nos había dicho, pero no de esta hermosa manera: la rosa, además de marcar el tiempo que le queda a Bestia y al resto de habitantes para que el hechizo no sea reversible, pero también nos dice cómo es que los habitantes del castillo van perdiendo calidad humana y se vuelven objetos poco a poco, un detalle muy bonito que habíamos visto antes en Frozen.

Salvo por estos pequeños detalles que cambian en esta versión, de verdad, Disney podría estar calcando sus clásicos (muestra es el anuncio hecho hace un par de días sobre la trama exacta de The Lion King).

El CGI y la dirección de cámara ¿retrocesos de Disney?

Todos sabíamos que durante el  90% de esta película no veríamos a nadie más que a Emma Watson en pantalla y no porque no hubiera grandes estrellas en el reparto sino porque la mayoría de los personajes están creados con efectos especiales y no es que el estudio del ratón no sepa hacerlos o no tenga la habilidad para lograrlos (lo vimos en The Jungle Book), pero en esta entrega, el personaje que mejor debía quedarles, les salió medianamente mal.

Bestia está diseñado de una forma muy cuadrada. A diferencia de los otros personajes que se ven bastante bien –salvo por Chip y la Señora Pots cuyos diseños son un poco tétrico–, me atrevería a decir que Plumette está mejor diseñada en esta versión que en la animada.

El número musical que se lleva las palmas por su magnífico diseño y arduo detalle es ‘Be our guest’. La música, los movimientos de cámara, la coreografía, la luz… no hay un solo detalle fuera de lugar. Si la mitad del presupuesto se invirtió en la realización de esta escena, es la mejor inversión jamás hecha.

Si en ‘Be our guest’ la cámara es un acierto, hay dos momentos en los que la cámara falla terriblemente –algo que no debió pasar siendo Disney la casa productora que es–. El primero de estos es al presentar la recámara en la que Belle dormirá. En la versión animada, es de suma importancia ver cada detalle que la recámara ofrece y aquí parece que la cámara con la que fue grabada tiene miopía: todo se ve borroso y con un barrido muy extraño.

El segundo momento, arruinó una de las escenas más emblemáticas de la película: El vals de Belle y Bestia. En el 91, una de las razones por la que esta película fue considerada como aspirante a mejor película fue “el movimiento” de cámara durante el número principal. La cámara, que ni siquiera existía, subía, bajaba, iba, venía, recorría cada centímetro del salón y aquí lo tiraron por la borda, se les olvidó lo maravilloso de esta escena.

Y, como un extra, la escena de transformación de Bestia es uno de los momentos más hermosos de la animación y decidieron hacer esta transformación, como la de todos los objetos, fuera de cámara, cosa que quitó ilusión y magia a la película. Esperemos que en próximas entregas, Disney no meta la pata con estos detalles que, aunque no lo crean, la gente extraña.

Aún no he decidido si esta versión es buena o mala, jamás superará su predecesora animada, eso no se discute, pero aún no puedo catalogarla. El éxito en taquilla no se niega pues le arrebató el récord de mejor fin de semana a Harry Potter y, en general, la crítica la ha aceptado bien, pero no sabremos, hasta que el tiempo y furor del estreno pase, si es el éxito taquillero y bien rankeado que Disney ha buscado desde el auge de los live action.

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