DR. JABBERWOCKY |
A Sleepy Hollow se le ama porque es una de esas series que usualmente no se toman a sí mismas demasiado en serio, lo cual puede ser un arma de doble filo, dependiendo la ocasión. Ya en mi listado personal de las mejores series de 2014 incluí los méritos de ésta, los cuales, hasta diciembre habían sido sorprendentes. En este sentido, el drama se ha construido con paciencia más que con esmero, como un juego de béisbol en el cual las bolas curvas de las caricaturas no salvan de perder y ser cancelados. Vale, la trama se volvió un poco lerda durante la segunda temporada, sin embargola acción y los giros de tuerca no habían cesado hasta que FOX entró al campo de juego personificando al elemento más torpe del equipo: el del líder arrogante.
La idea de adaptar la narración de Washington Irving sonaba estúpida y, sin embargo, la serie obtuvo un estatus de culto en poco tiempo al incluir a la Teniente Abigail Mills (Nichole Beharie) como compinche de Ichabod Crane (Tom Mison), ambos en roles de testigos casi mesiánicos destinados a evitar el ascenso del demonio Moloch causados por los Jinetes del Apocalipsis y en particular por el de la Muerte, al cual todos conocemos como el Jinete Sin Cabeza.
Los creadores de la serie, Alex Kurtzman y Roberto Orci, cuyos extensivos currículos incluyen Xena: Warrior Princess y Alias, así como Watchmen y Star Trek Into Darkness, supieron desde el principio que el rating de Sleepy Hollow no era su fuerte y basaron su estrategia en una trama ágil, campy, con una dinámica en pantalla asombrosa cada que Beharie y Mison intentaban salvar el día de brujas, demonios, fantasmas y demás monstruos.
Una vez que la trama principal se agotó con la eventual derrota de los villanos durante esta segunda entrega (la cual incluyó, entre otras cosas, una feroz pelea entre una gorgona y el Jinete sin cabeza), los personajes permanecieron en un limbo luego de la decisión de FOX de hacer una serie más episódica, muy parecido a lo que Supernatural y en menor medida, Constantine, han hecho, pero con el desastroso resultado obtenido por Twin Peaks tras revelar quién había matado a Laura Palmer por allá de 1991, pero venga, es obvio que las cadenas de TV carecen de memoria y sentido común.
Los penúltimos seis episodios nos conectaron con un estado más o menos torpe, una faceta diferente a la cual este drama nos tenía acostumbrados. Comenzaron a explotarse subtramas salidas de la manga combinadas con el monstruo de la semana en un afán de desarrollar al resto de los personajes secundarios, como fue la repentina relación amorosa entre Jenny Mills (hermana de Abbie) con el eye candy ocasional, el traficante de reliquias Nick Hawley; o la enigmática resurrección del sidekick más apático del mundo, Frank Irving; aunque nada más innecesario que el aburrido triángulo amoroso entre Ichabod, el Jinete sin cabeza y Katrina, la esposa de Ichabod.
El problema en última instancia fue que la serie se vio forzada por la cadena a tomarse en serio a sí misma durante estos episodios y le salió el tiro por la culata.
La riqueza de la mitología establecida en el show se ha valido de una mezcla única de folclor, monstruos legendarios e historia real al basarse en la Independencia de Estados Unidos. Uno habría esperado que dicha característica estancara la trama, más al contrario la ha impulsado, no sin accidentes, por más descabellada que parezca. Sin embargo, el mayor problema fue darle algo qué hacer a Katrina Crane, cuya estancia en el show se volvió casi insufrible.
Si bien la química entre Ichabod y Abbie ha sido mágica, entre Ichabod y Katrina fue nula, pues pese a tratarse de un matrimonio que se vio separado por casi doscientos años, su reunión no causó las chispas de pasión esperadas, ni tampoco terminamos de entender la sensiblería de Katrina al no poder salvar a su hijo, quien, recordemos estuvo a punto de matar a sus padres en varias ocasiones.
¡Amén, hermana! Esa perra rompe-hogares se la pasó lloriqueando por su hijo toda la temporada.
Durante el curso de la segunda temporada, los guionistas recurrieron a dispositivos narrativos que no siempre cuajaron, pese a resultar entretenidos las más de las veces. Podríamos contar con los dedos de una sola mano los problemas de este show y quizá ninguno sería tan grave como la presencia de Katrina. Se dio cierto agotamiento en su historia y posiblemente los escritores se preguntaron si de verdad valía la pena contar algo de Katrina que pudiera acarrear cierto peso dramático a la serie y quizá hoy han de estar deseando, como posiblemente hagan los guionistas de Constantine, haber escrito las cosas de otra forma.
Con todo y ello, Sleepy Hollow finalizó su segunda temporada de una forma explosiva que mezcló con cierta nostalgia el ritmo, el humor, la acción y el tono que hicieron genial a la primera entrega, un poco con dejo de nostalgia al incluir viajes en el tiempo, anacronismos, la decapitación de Benjamín Franklin y por supuesto, la dupla Mills-Crane como el más acertado home run, aun con todas las incongruencias que el proceder de Katrina ocasionó al intentar, de la nada, asesinar a la persona a quien, hasta hacía unos pocos episodios, amaba soberbiamente.
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Autoconclusivo en muchos sentidos, el último capítulo cerró muchos de los cabos sueltos aún existentes y proporcionó, tanto a escritores como a televidentes, la oportunidad de empezar desde cero en caso de aprobarse la producción para una tercera entrega, de lo contrario, el mismo también sirve como una clausura satisfactoria, pues más que haber dejado la puerta abierta para más, se sintió como una despedida bien intencionada, lo cual sería lamentable, pues no había visto otra serie de fantasía sobrenatural más entretenida desde Buffy the Vampire Slayer hasta que vi el drama protagonizado por Mison y Beharie.
¡Maldito seas, FOX! ¡Malditooo!
Para esta serie, como para muchas otras, estar sujetas a FOX es una carga, es como ir a jugar al patio del vecino o ir de visitante al campo de juego del otro equipo donde sólo apoyan a los lugareños. Si pensaban que NBC o Showtime eran lo peor, recapaciten, es ya clásico que FOX arruine las series de televisión, ahí están de muestra The Following, The Simpsons, Gotham y hasta The X-Files durante sus últimas temporadas, no quiero ni pensar en cómo le irá a la adaptación de Lucifer próximamente, lo que sí es un hecho es que de ser renovada, recomendaría a los productores ejecutivos de Sleepy Hollow pensar en una nueva estrategia si desean que el show mantenga su estatus de culto y escuchar la más eminente advertencia de RuPaul si no quieren anotar su último strike: “don’t fuck it up”.