ISMAEL MARTÍNEZ |
Hace pocas semanas, en El Vortex, se anunció el estreno de un nuevo espacio en los medios masivos para la difusión del cosplay (costume play), del amor al juego de personificación alterada a base de maquillaje y máscaras.
Heroes of Cosplay se llama la emisión, estrenada el pasado martes 13 de agosto por la cadena Syfy. Debo decir ahora que el regocijo inicial por semejante proeza en la televisión por cable estadounidense se vio de inmediato ensombrecido por el formato que tomaría la propuesta. Un reality.
Sí, otro insulso reality.
He aquí el asunto: nueve cosplayers del “submundo” estadounidense —Riki LeCotey, Yaya Han, Monika Lee, Victoria Schimdt, Chloe Dykstra, Jessica Merizan, Holly Conrad, Becky Young y Jesse Lagers, éste último, el único varón del grupo, por cierto—, algunos de ellos estrellas “consagradas”, otros figuras en ascenso, pero todos con años de experiencia en el medio, “competirán” para convertirse en el simulador definitivo.
La premisa del espectáculo ronda, pues, las andanzas de estas figuras en su cruzada personal para ganar los cada vez más frecuentes (en algunos casos, hasta indispensables), concursos que sobre la especialidad se organizan en convenciones comiqueras alrededor del país (y del mundo). La cuestión es, ¿valdrá la pena?
Echemos un breve vistazo al primer capítulo: “Wizard Word Portland”
Los Héroes
Tras una breve introducción, los competidores se presentan.
– Yaya Han, superestrella, con 13 años de experiencia en el medio, asistente regular a decenas de celebraciones del tipo en todo el mundo. Ha sido llamada la “reina del Cosplay” en EE.UU., y es reconocida a nivel mundial por el altísimo nivel de sus vestuarios, diseñados por ella misma. Debido a su notoriedad, ha dejado de competir en concursos pues no lo consideraría ya justo. En la emisión, será uno de los “héroes” que fungirán como jueces. (Para este primer episodio creó también un nuevo disfraz: Fiora, del cada vez más famoso multijugador en línea League of Legends).
– Victoria, la “perfeccionista”. Con 14 años en el medio, su principal objetivo es la hechura del traje, el tejido.
– Jessica (9 años como cosplayer) y Holly (10 años de experiencia), el “Dúo dinámico”. Estrellas en ascenso, emprendedoras, este par de chicas son especialistas en escultura y maquillaje.
– Becky, con 7 años de experiencia, se le conoce como una “cosplayer teatral” pues su principal objetivo es encarnar hasta “convertirse” en el personaje. Para la presente emisión, por ejemplo, interpretó a Mérida, protagonista de Brave, la cinta animada de los estudios Pixar, para la preparación del cual, incluso, practicó su técnica en el tiro con arco.
– Jesse, con 5 años haciendo disfraces, es el miembro con menos experiencia en el grupo. “No quiero crecer, actuar como un adulto, quiero vivir de mis disfraces”, dijo. Para este primer episodio diseñó una réplica de la armadura de Vault Dweller (Fallout 3) en la que trabajó más de ocho meses.
Los pros
– Las postales que consiguen de las convenciones que visitan reflejan el verdadero sentido de la práctica: hay buenos, hay mejores, pero la gente parece divertirse mucho. Y eso es lo importante.
– Insertos y mezclas de música (usar el score de Harry Gregson-Williams de la franquicia Metal Gear Solid para crear tensión en el ambiente de competencia, fue ejemplo de una gran idea).
– Por momentos, la emisión en verdad trasmite el asombro, el gusto, que se vive en un evento del tipo, cuando está bien organizado.
– Hay un esfuerzo para que la temática no se sienta demasiado sectorial, aunque en realidad lo es (y mucho). Con todo, se dirige a una porción del público muy reducida, muy específica (y, me gusta creer, muy exigente).
Los contras
– Es un reality así que las personas detrás de las máscaras importan. E importan demasiado. Es relevante la dinámica que trasmiten, su “momento” ante la cámara, la forma en la que demuestran ser personas comunes y corrientes, con sueños y aspiraciones (que ríen y lloran…). ¿Quedó claro el punto?
– Música electro-divertida colocada para distraerte de la pobre (pobrísima) propuesta en edición y dirección visual.
– Pese al altísimo nivel mostrado en los disfraces, es realmente poco lo que se expone al respecto de su construcción, confección, etc. ¿No debería un programa dedicado a los disfraces hablar más de ellos? (cómo se hacen, cuáles son las técnicas que usan, por qué se prefieren algunos materiales, etcétera).
– Parece que los responsables se dedicaron a trazar el esquema de producción más ligero posible, sin una propuesta verdadera, en donde la investigación al respecto se ciñó al asesoramiento con los propios miembros del equipo. Después de observar el primer episodio uno se queda con la impresión de que armaron un equipo de grabación para los viajes. Otra vez, culpa de la poca imaginación que ha permeado en el reality americano.
– Mal consejero es don dinero. De un amable pasatiempo, la serie sigue la pista a verdaderos emprendedores que, a base de buena imitación y modelaje (especialmente modelaje), se pueden “dedicar” a ganar premios en efectivo, a lanzar su propia empresa de “soluciones” al respecto, desterrando con ello el verdadero propósito de la práctica (sí, desinteresado y romántico ante todo; aquél que se mira en series animadas como Oreimo y del que se vislumbra una pincelada en The Big Bang Theory en el ya emblemático episodio en donde la pandilla, rumbo a una convención de cómics, se detiene en el desierto en una de las locaciones originales de Star Trek para hacer una sesión fotográfica), la de simular, por un breve instante, la personalidad de un héroe ficticio: la posibilidad de ser más allá de la realidad palpable.
– Los conflictos entre personas y el drama personal. Aburrido.
La crítica
Heroes of Cosplay es ante todo un reality. Mi problema con el formato es el siguiente: su engorroso destino es el de “entretener” con fórmulas fáciles, sin investigación, a base de entrevistas que no inquieren ni indagan, sino que funcionan como un descerebrado “foro abierto”, de testimoniales y confesionarios.
He allí su mayor fracaso, el punto por el cual no recomendaría la observancia de dicha producción (por otro lado, tampoco la condeno).
Tras el primer episodio queda claro que sus productores no van a ofrecernos un vistazo documental al fenómeno cultural (ello es patente desde los primeros minutos de la emisión) sino otro producto con tintes sentimentalistas donde el punto clave es la “identificación” (la cercanía) que se esperará del espectador para con el sujeto observado. Total, que nos quedamos en la sequía y en la ignorancia. Peor aún, el programa siquiera ofrece una paleta gráfica (imágenes, pues) que sea verdaderamente rescatable ya que existen decenas de sitios en tu idioma, de fácil y gratuito acceso, a mejores imágenes (diseño, fotografía y video).
Mejor sigan leyendo manga…
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