De nuevo, las puertas de Hogwarts se han abierto para recibir a todos los magos (y no tan magos) en una nueva entrega: Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald y hay demasiado que decir al respecto.
Antes de continuar leyendo, es importante mencionar que esta nota contiene spoilers, lee bajo tu propio riesgo si aún no has visto la película.
Primero, hablaré un poco de la historia que narra la película, posteriormente, haré un crítica sobre ésta. ¡Comencemos!
La película comienza en un tono in media res con una excelente escena de acción de la huída de Gellert Grindelwald al ser trasladado del Ministerio de Magia estadounidense hacia Londres. El despliegue de poder de Grindelwald es espectacular y se entiende el porqué era considerado el mago oscuro más poderoso hasta que llegó Lord Voldemort.
Posterior a esta escena, aparece en pantalla Newt Scamander en el Ministerio de Magia en Londres donde, además, conocemos a Leta Lestrange, pero ¿qué hace Newt en el ministerio? Le ofrecen un puesto como auror para que se deshaga de Credence, el obscurial de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, quien, a diferencia de lo que creíamos, sobrevivió a su sobre carga de magia que le hizo explotar hacia el final de la primera entrega.
Después de rechazar, otra vez, la oferta, Newt se queda sin licencia para abandonar el país de forma legal (cosa que trunca su trabajo y deseo de seguir recopilando información sobre bestias fantásticas), pero ni eso ni los consejos de su hermano, Theseus, evita que Newt, siguiendo instrucciones/recomendaciones de Albus Dumbledore se traslade a París en busca de Credence, quien se encuentra en un circo donde lo exhiben como un fenómeno, para evitar que sea Grindelwald quien acabe con él.
En París, y en compañía del muggle más amoroso: Jacob Kowalski, Newt busca a Tina quien está trabajando como auror para destruir, contra su voluntad y creencia, a Credence.
Mientras Newt y Jacob buscan a Queenie y Tina, Credence y Nagini (sí, la misma Nagini que Voldemort convierte en horrocrux 70 años después) huyen del circo en busca del verdadero pasado de Credence que, podría ser hermano de Leta Lestrange.
Hacia el final de la película, podemos ver a Grindelwald en una conferencia ante magos oscuros que quieren dominar a los muggles “por el bien de todos”. Claramente, podemos ver que Grindelwald es un predicador de iglesia cristiana al que todos aplauden. Para justificar su odio hacia los muggles, Grindelwald le muestra a la multitud imágenes de la Segunda Guerra Mundial incluyendo la bomba atómica, con esto, termina de convencer a los que aún dudaba.
En esta entrega, aparece Nicolas Flamel, “el gran alquimista que es el único que ha podido crear la Piedra Filosofal”; vemos a un viejo conocido: el espejo de Oesed/Erised; y tenemos un vistazo de la joven profesora Minerva McGonagall.
Como película independiente es un acierto, le doy un 8/10, pues presenta giros argumentales interesantes, pero que los seguidores ya sospechábamos con base en los póster promocionales (sí, me refiero al cambio de bando de Queenie).
Pero, como precuela de una historia ya existente, le doy 4/10 pues rompe el canon cada vez que puede.
En lo que respecta a valores técnicos, éstos son bastante notables: la fotografía, el sonido, la dirección están bastante bien colocados. Excepto por un par de momentos en los que la cámara tiembla como si quien la sostiene tuviese pulso de maraquero. Sin contar eso, la cámara tiene un buen desplazamiento, las escenas no se ven barridas ni borrosas. El juego de luces y sombras crea un ambiente bastante agradable.
El soundtrack de la película está compuesto por James Newton Howard (a quien conocemos por ponerle música a películas como Atlántis: el imperio perdido, Los juegos del hambre -toda la saga- y la propia Animales fantásticos y dónde encontrarlos) y, aunque jamás superará la obra de John Williams, la banda sonora es bastante buena (incluye una probada, de nuevo, de Hedwig’s Theme cuando vemos Hogwarts de nuevo, siempre he creído que escuchar este tema es como volver a casa).
Las actuaciones son excelsas, incluso Jhonny Depp, sobre quien muchos fans dudaba, logra quitarse el estigma del loco con disfraz. El resto del cast está bastante bien dirigido, excepto por Claudia Kim quien, a pesar de estar mucho tiempo en pantalla, habla poco y es difícil juzgar su actuación. Jude Law, Eddie Redmayne, Ezra Miller y todos los demás, están bien colocados y enfocados en lo que deben hacer.
La película me recuerda mucho a la favorita de muchos, no la mía, El Prisionero de Azkaban: el castillo en el que se hicieron las tomas es el mismo; la música de las escenas de Hogwarts recuerda mucho al soundtrack de El prisionero; los pasillos, salones y terrenos son la misma locación (cosa que los potterheads agradecemos).
Esta película, como ya he mencionado, tiene un 4/10 como precuela por demasiadas contradicciones al canon que enlistaré a continuación:
Minerva McGonagall da clases en Hogwarts en 1927, o antes, cuando la fecha de nacimiento de este personaje es en 1935. Podrían resolver esto diciendo que es su madre, pero es poco probable que madre e hija se llamen igual (si usas este argumento para resolver tu confusión, me pagas, Warner).
El espejo de Oesed/Erised hace su aparición en Hogwarts para mostrarnos lo que Dumbledore ve. ¡Hemos sido timados! Dumbledore no se ve con medias de lana ni a su familia: se ve con Grindelwald. Esto no es como tal una contradicción al canon, pues, como vimos en La Piedra Filosofal, lo que más desea una persona puede cambiar. La contradicción está en lo que se ven haciendo Dumbledore y Grindelwald (y no, no se besan).
Si algo nos repiten hasta la náusea durante la saga de Harry Potter es que nadie puede aparecerse ni desaparecerse en el colegio. Aquí, les vale pepino y aparecen y desaparecen en varias ocasiones. ¿Qué diría Hermione Granger sobre esto?
Dumbledore, de acuerdo con su biografía previa a esta película, era profesor de Transformaciones y en esta película aparece dando clases de Defensa Contra las Artes Oscuras y lo vemos dando una clase idéntica a la que Remus Lupin imparte en El Prisionero de Azkaban.
Hay personajes que no aportaron nada a la película (Leta Lestrange, Nicolas Flamel y la piedra filosofal -que no es un personaje, ya lo sé-, por poner dos ejemplos). Estos personajes, y otros con apellidos conocidos, sólo nos sirven para sentir que la historia pertenece a Harry Potter. Es probable que, en alguna de las 3 entregas que quedan, aparezcan apellidos que nos sean más familiares como Potter, Weasley, Black o Longbottom (apellidos de larga tradición mágica).
De los animales fantásticos, no hay mucho por decir: salvo las criaturas que ya conocemos, no aparecen demasiadas nuevas criaturas (un kappa, thestrals y unos gatos espíritus que custodian el Ministerio Francés de Magia).
Todo apunta a que, en la quinta entrega, podremos ver el mítico duelo entre Grindelwald y Dumbledore. Si esto ocurre de esta forma, sería lamentable y una falta de respeto al personaje de Newt Scamander, pues lo usaron como pretexto para contar la historia de Dumbledore y su amor de la juventud.