‘Nuevo Orden‘, la nueva película de Michel Franco (estrenada el pasado 22 de octubre) es un gran contraste para la filmografía del director mexiquense, pues esta vez, coquetea con pretensiones de hacer un comentario político.
Ya sea como director o productor, Michel Franco forma parte de esa generación de cineastas mexicanos modernos, quienes buscan aproximarse cada vez más a la realidad del entorno y mirar con un ojo crítico a los vicios más intrínsecos de nuestro México.
Carlos Reygadas, Jorge Michel Grau, Amat Escalante, David Pablos, Alonzo Ruizapalacios… Son sólo algunos nombres de creadores quienes han amasado un gran éxito en festivales europeos, llevándose el más digno reconocimiento.
Las radiografías amargas de la sordidez latinoamericana conforman el espectáculo más conmovedor para los ojos del jurado de Cannes y de Venecia (eso y algunas relaciones de por medio). Los directores emplean la ‘mise en scene‘ para revelar una realidad que es esquiva a las someras lecturas estadísticas hechas por ONG y bancos mundiales.
Pero para Michel Franco la cosa es ciertamente distinta. La suya es una óptica que no ve desde el lado de los desfavorecidos, sino mas bien de los acaudalados: un porcentaje que es una minoría.
Nuevo Orden: los Whitexican también celebran
“En 2021 la brecha entre clases sociales en México es cada vez más marcada. Una boda de la alta sociedad es interrumpida por un grupo de alborotadores armados y violentos que forman parte de un levantamiento aún mayor de los desfavorecidos y toman a los participantes como rehenes
El ejército mexicano utiliza el desorden provocado por los disturbios para instaurar una dictadura militar en el país.“
Polanco, Del Valle, Puerto Vallarta y ahora El Pedregal; estas son solo algunas de las locaciones que suele utilizar una historia típica de Michel Franco.
En Nuevo Orden particularmente vemos una influencia Buñueliana: la obra empieza con una ostentosa fiesta y termina en un desastre de escalas Dantescas… y ésta vez la locación es ni más ni menos que la ciudad de México.
Hay un malestar reptante; por las calles muchedumbres se desplazan furiosas causando desastres de todo tipo y van dejando un rastro de pintura verde, como símbolo de su protesta. Además, no hallan ninguna rémora, puesto que el ejército se mantiene inerte y cual animal carroñero, solo espera el momento justo para atacar.
Al mismo tiempo, en una lujosa residencia en la colonia del Pedregal, una pareja joven celebra su matrimonio junto con familiares y amigos. Mientras los más jóvenes se encierran en la cata del alcohol y éxtasis, los más viejos gestionan con parsimonia los negocios que acrecentarán sus fortunas. Solo esperan a la Jueza, quien llegará para volver oficial a esta unión.
Pero antes llega un ex-empleado de la casa: un humilde señor de mediana edad, quien requiere de urgencia una escandalosa cantidad de dinero para poder operar a su esposa… y sin embargo, solo obtiene la frialdad y el rechazo, pues apenas y logra reunir una ínfima fracción.
Sólamente Marian (interpretada por Naian González Norvind) quien es la novia de esta boda, se apiada y corre en busca del dinero para poder ayudar.
Quizás convenga aquí hacer un paréntesis y explicar porque detallo tan vagamente a los personajes; pues la razón querido lector es que no hay mucho que contar. Todos los personajes en pantalla son bastante planos y ninguno llega siquiera a la bidimensionalidad.
Pero lo que sí reconozco es que todos comparten algo en común: vivirán en carne propia un desastre que afectará tanto a ricos como a pobres por igual.
El gran “giro de tuerca”
La imagen que más enardeció a las redes, fue la de los marchistas que irrumpen al segundo acto; todos ellos muchachos de piel prieta.
Vemos que la servidumbre también aprovecha la situación para rebelarse en contra de sus patrones, para luego vandalizar, robar y asesinar utilizando los medios más violentos.
Pasada ésta debacle, el ejército aprovecha la guardia baja de la población para proceder a secuestrar a otros ricos y tomar el control definitivo de las calles. Es un gatopardismo disfrazado de un orden nuevo y definitivo.
Michel Franco crea un paralelismo muy obvio con acontecimientos reales en el país:
Las anárquicas movilizaciones en las que se destruyen negocios y monumentos, reflejan en cierta manera a las manifestaciones hechas durante los gasolinazos y marchas feministas.
El desmesurado control del ejército y fuerzas armadas corruptas, hacen alusión a los regímenes vividos en países sudamericanos, donde el ejército es una pieza fundamental para los regímenes dictatoriales y en donde el divisionismo de la sociedad es el cimiento en que se basa.
No es descabellado (ni reprochable) hacer un comentario social utilizando a personajes acaudalados. Leon Tolstoi logró hacer así a sus obras maestras (Guerra y Paz, Ana Karenina) por solo dar un ejemplo.
Sin embargo lo realmente criticable es el irrisorio detalle con el que Nuevo Orden retrata a sus personajes. Ni uno solo con voz propia o con rasgos que hagan empatizar más allá del shock por el que nos hace pasar la historia.
Es un defecto heredado por la costumbre del guionista, quien ha estado demasiado tiempo moviéndose en el terreno del melodrama, donde el sentimiento es el centro en donde la diégesis se construye.
¿Un triunfo para Michel Franco?
Nuevo Orden es una experiencia nueva para Franco, un gran avance. Al fin deja atrás ese “look” de película independiente y nos entrega la que podría ser la mejor película mexicana de 2020.
Las secuencias están armadas con una bellísima paleta de colores, y su trazo escénico es muy complejo, pues deja la toma sostenida sin cortes intrusivos, coreografiando a varios actores y extras a la vez.
Al inicio y al final hay bellísimos montajes que demuestran el dominio que ha adquirido Franco en el lenguaje fílmico, mismo que utiliza para transmitir grandes emociones con la pura imagen.Todo con sutileza y sin petulancia.
Y por si no fuera poco: las actuaciones son maravillosas. Todos se notan muy comprometidos en su papeles y transmiten la emoción que la historia quiere plasmar. Trabajan mucho amén de la superficialidad y estereotipo de sus personajes… y eso en México es difícil.
Quizás Nuevo Orden no es la obra que haga justicia a la compleja realidad de México, pero expresa una ansiedad por el futuro de un país que está encerrado en un falaz discurso divisorio. Y que de materializarse, su historia dará un giro del cual jamás podrá volver.