Se ha hablado mucho de esta película, pues está nominada en los Golden Globes, y porque se le ha colocado en un pedestal al considerarla una obra de arte, pero… ¿en realidad lo es?
Spoiler alert: a partir de aquí haré comentarios que podrían considerarse spoilers.
Ciudad de México, 1970. Roma empieza con una secuencia de créditos. La primera imagen es el piso de azulejos de un patio que está siendo trapeado a cubetazos. Después vemos a la protagonista de esta historia, Cleo (Yalitza Aparicio) tomar la cubeta y meterse a su cuarto, seguida por el perro de la familia.
En esta primera parte de Roma, presenciamos su rutinaria vida como sirvienta y nana de los cuatro hijos de la familia clase mediera donde trabaja. Después, la escuchamos hablar con su compañera de trabajo, Adela (Nancy García) en mixteco, una lengua originaria del estado de Oaxaca, por lo que asumimos que ella es una indígena migrante que ahora vive en una de las colonias más ricas de la capital, la Roma.
En el cine y televisión mexicanas, el papel de la sirvienta o “criada” es emblemático. Como señala Gustavo García, investigador y crítico de cine, en su ensayo “¿Cómo se llama la que salía de sirvienta?“, el personaje de la empleada doméstica ha ido variando a lo largo de los años: por mucho tiempo, la criada sólo cumplía labores de llevar y traer cartas comprometedoras entre enamorados y guardar secretos de los patrones, y era (y todavía es) representada con “una apariencia estereotipada de trenzas y seriedad hierática, atributos del indígena, rematada con un delantal que denota oficio y posición.”
Otro tipo de sirvienta comenzó a surgir después: la criada con complejo de Cenicienta; es decir, mujeres eternamente enamoradas de sus jefes como en La gatita (1971, De Anda Jr.) o de hombres adinerados como en María Isabel (1970, Federico Curiel). La característica principal de estas empleadas del hogar es que son mujeres muy bellas, pero sumisas, y ven el matrimonio con un hombre rico como única solución para salir de su marginación y pobreza.
La televisión no se quedó atrás. ¿Quién no recuerda las populares telenovelas María la del Barrio (1995), Simplemente María (1989) o, incluso, La familia P.Luche (2002)? En la primera, María, interpretada por la actriz y cantante Thalía, es una chica ignorante, analfabeta que logra mejorar su vida al casarse con un hombre guapo y rico (plot de muchas telenovelas mexicanas) y en La Familia P.Luche, Excelsa, la sirvienta, es una inmigrante de origen argentino, tonta, fea y demasiado despistada.
Simplemente María se sale un poco del molde porque la protagonista también queda embarazada sin planearlo, como Cleo, pero un profesor le enseña a leer y a escribir, lo cual ayuda a María a convertirse en una exitosa diseñadora de modas.
Como pueden darse cuenta, durante décadas, el clasismo ha estado presente en los contenidos televisivos y cinematográficos en México. Por esta razón, todavía se representa al personaje de la sirvienta como alguien ignorante, torpe, tonta, cómplice, poco agraciada –como la India María o Delia en La casa de las flores–, o muy bella, buena persona, pero muy boba –María en María la del Barrio–.
El acierto de Roma es presentarnos a una chica que no busca ascender en la escala social, que no es boba ni torpe, sino ingenua, y que es muy trabajadora, noble y fiel a sus patrones, por lo que se ha ganado su cariño y, sobre todo, su respeto y cuidado.
Es inusual ver al personaje de la empleada doméstica dignificada y eso es algo que a Cuarón se le agradece, pues no cayó en el lugar común de varios directores contemporáneos quienes suelen enfocarse en la clase media o alta y contar sus “complicadas” vidas como miembros de una élite social. No, Cuarón quiso darle voz a quienes se les ha ignorado y hasta ridiculizado por años en la historia del cine nacional, y eso es algo que se debe reconocer de esta película.
Otro aspecto que rescato de Roma es el apoyo incondicional entre las mujeres que protagonizan esta cinta, ya que Sofía (Marina de Távira), la patrona de Cleo, también está pasando por un momento doloroso al separarse de su esposo, quien la deja sola con sus cuatro hijos y su madre. Para la época, y dado el contexto machista que se vivía antes, Sofía también sería una mujer ejemplar, ya que no se tira al drama por el abandono de su marido sino que regresa a trabajar para mantener a su familia. Para mi gusto, ella es el único personaje no pasivo en Roma y también se sale del estereotipo al no ser la clásica patrona mala onda y abusiva.
Sin embargo, no todo es positivo. La película empieza lenta, es notorio que no hubo un guión como tal porque los diálogos se sienten improvisados; hay partes que no sabemos por qué Cuarón decidió contarlas de esa manera, como la escena de Fermín, el novio patán de Cleo, cuando está desnudo haciendo destrezas con un tubo de la bañera y la participación de Latin Lover como uno de los entrenadores del grupo paramilitar Los Halcones.
Estos errores hacen que Roma se torne soporífera en algunos momentos y que el espectador pierda el interés al no saber “hacia dónde va esto o por qué estoy viendo aquello“, pues la cinta carece de estructura. Esto no tiene nada que ver con “si te aburrió es porque no sabes de cine de arte“. Roma aburre porque no sabemos hacia dónde va la protagonista y el clímax ocurre casi al final de la película. Punto.
Por otro lado, la fotografía es impecable y el diseño de producción es majestuoso, así que si esta película llega a ganar en los Oscares, debería ser por su calidad técnica y artística, mas no por las actuaciones de Cleo ni por el guión y dirección de Cuarón.
Sí, yo sé que ahora todos son fans de Yalitza y que ya fue reconocida en Hollywood y hasta portada en Vogue, pero su actuación no fue trascendental y su personaje tampoco. Tal como lo menciona Gustavo Ambrosio, crítico de cine, en “Roma y las opciones femeninas”, el personaje de Cleo se siente “muy light”. Ella es muy pasiva y sale adelante no por ella misma, sino porque Sofía entiende su situación y le ayuda.
Me hubiera gustado ver un acercamiento más profundo a la vida de Cleo, cómo es que llegó ahí, cuáles son sus sueños y aspiraciones, cómo es su familia, etcétera, pero como señala Ambrosio, Cuarón tal vez no quiso profundizar mucho en su vida porque ella pertenece a una clase social que él desconoce –aunque eso no debió haber sido excusa, aclaro–.
Un ejemplo de empleados domésticos como excelentes personajes dramáticos es la serie Downton Abbey (2010-2015) y la película The help (Tate Taylor, 2011), en donde un grupo de criadas de origen afroamericano se unen para revelarse contra sus patronas blancas opresoras. ¡Eso sí es verdadero drama! Con Cleo, parece que ella espera que la vida pase, sin hacer nada al respecto, y eso la convierte en un personaje débil, a quien no expresamos nada de admiración sino condescendencia.
A todo esto… ¿ganará Roma el Golden Globe? Yo apuesto que sí… aunque me atrevo a decir que lo ganará por tratarse de Cuarón, más no porque la película sea un masterpiece como dicen.