En su momento, ‘The Texas Chainsaw Massacre’ de 1974 fue considerada como una cinta de horror cruda, así como la primera en una marea de populares películas slashers. Y aunque algunos incluso podrían considerarla “revolucionaria” por la introducción del personaje de Leatherface, el uso de una motosierra como el arma principal, y el concepto -según inspirado en un caso real- de una familia de hillbillies que asesinan a citadinos y hacen muebles con su piel (inspiración que posteriormente serviría para otras obras como el imponente look de Jason Vorhees en ‘Viernes 13’, y más recientelos antagonistas en ‘Resident Evil 7’; la verdad es que no es una película particularmente buena.
Pese a ello, a lo largo de los años se han producido OCHO secuelas, remakes, y reboots, como el que esta semana se estrenó en exclusiva en Netflix. Manejando -podríamos incluso decir de forma un tanto cínica- el mismo tratamiento que recientemente pudimos ver en la franquicia de ‘Halloween‘: una secuela directa de la original que ignora todas las demás cintas, situada casi 50 años después, donde la sobreviviente -quien ha pasado las últimas décadas entrenándose- se enfrenta de nueva cuenta al asesino en serie que la marcó.
Con una trama que peca no solo de simplista, sino que también de cliches como los clásicos malentendidos donde jóvenes atractivos [y multiraciales] emprendedores, terminan provocando la ira de texanos que pese a vivir en la pobreza, tienen armas de grueso calibre. La cinta deambula la primera media hora antes de -clásico- re introducir a un hombre (que debería ser ya un anciano de casi 80 años), con fuerza sobrehumana, quien no busca quien se la hizo, sino cuantos inocentes se la pagan.
A partir de ese momento la cinta se torna completamente formulaica, con un gore estándar, y un par de escenas buenas como aquella cuando se muestra un cuerpo descarnado sentado en el campo de girasoles; o cuando un autobús lleno de incautos peces en un barril optan por sacar las cámaras de sus celulares ante una inminente amenaza (cosa que pronto se vuelve un golpe un poco burdo a la cultura influencer).
En su recta final la cinta se descarrila un poco cuando nuestra “super preparada” heroína resulta carecer tanto de criterio como de puntería; obligando a las protagonistas a enfrentar al imparable [e inmortal] asesino, concluyendo con una escena final -que admito fue- un tanto impactante, y un epílogo post créditos que obvio invita a que esta saga siga hasta el final de los tiempos.
Resulta un poco inimaginable que esta secuela de ‘Texas Chainsaw Massacre’ se hubiera mostrado de forma económicamente satisfactoria en los cines -puesto que tampoco es capitaneada por ninguna actriz de siquiera algún tenue renombre-, por lo que el streaming era la única opción para que enajenados del terror como un servidor, y alguno que otro despistado, se entretengan muy ligeramente por 80 minutos, para inmediatamente mandar esta experiencia al olvido, donde debe de estar.
Si pese a esta opinión crees que tu tiempo vale chutarse este bodrio, puedes ver esta película ahora mismo en Netflix.
