ISMAEL MARTÍNEZ |
Comencemos esto sin reparos: Iron Man 3 apesta. Mucho…
[Aviso de spoilers, si no ha visto la película, ¡ni falta que hace!, por favor, continúe leyendo.]
Y no sólo porque es una mala película con un argumento endeble y ridículo que sucede a otra mala película con argumento endeble y ridículo —Iron Man 2, por supuesto—, sino porque ahora sus productores dejan de tomar el filme (y la franquicia) en serio. Parece que desoyen del todo sus fallos anteriores para simplemente ofrecer un producto que no vale la pena en cine ni en video, vaya, siquiera para ir con la novia un viernes por la noche después de la cena.
Tanto se regodean con el absurdo de su acabado, que la ira que provoca su vista me recuerda aquel análisis que hacen los adversarios de Star Wars post 1999 cuando en el Episodio II —aseguran con absoluta rabia— hay una escena en la que Jar Jar Binks (el receptáculo de todo el odio del “fiasco” de trilogía que inició Una amenaza fantasma— mira directo a la cámara (a la audiencia), como diciendo: “sé que me desprecian, pero aquí sigo, y seguiré; tanto que será mi voto el definitivo para darle poderes especiales al senador Palpatine y se consume la génesis Imperio. Mi intervención quedará por siempre grabada en el canon de la franquicia y ustedes no podrán hacer nada para evitarlo…”
Así como los antiguos amantes de Star Wars no pueden perdonarle a George Lucas semejante “afrenta” (no encendamos aquí la hoguera y caigamos en la tentación de debatir el fraude de los midiclorians…), algunos cinéfilos afectos a las historietas de Marvel, y a los villanos de Iron Man en específico, no podrán perdonarle nunca a Drew Pearce y Shane Black (guionistas, ambos, y Black, además, director), el giro mortal que figuras como el Mandarín sufrieron en su libreto.
Más allá de las inconsistencias, de la sustitución de War Machine por Iron Patriot, y de los pocos aciertos (casi todos ellos en la reproducción de la mecánica visual imperante en la franquicia desde que Jon Favreau inaugurara en 2008), la película se mira mal. En breve: es simplemente insufrible.
Y es culpa por completo de sus escritores, quienes desearon imprimir ese toque “jocoso”, “desenfadado”, que tan bien encarna Robert Downey Jr. en su de disfraz rojo y dorado a todos los personajes (extras, de nómina) y en todas las situaciones. El problema no es que lo intentaran, la tragedia es que se les fue la mano. Y la mano de Disney.
Poco análisis necesita el argumento. Disney se ha caracterizado a lo largo de los años en privilegiar el contenido efectista, sin demasiado telón de fondo: trama fácil, villanos simples, héroes arquetípicos, conflicto base, solución previsible, pirotecnia de encanto. Y su secreto millonario está, precisamente, en hacer “lo que la gente busca”, en hacerlo —la mayoría de las veces— como un ejercicio digno, una forma de entretener válida y loable basada en bajas pretensiones.
Abundan, sin embargo, los ejemplos de estulticia, especialmente en sus productos de menor presupuesto y enfocado a públicos más sectarios, oh ironía. Multitud de series de televisión para niños y púberes serían enlistadas aquí si quisiera ocupar tiempo en pasar revista a las teleseries que han producido en las últimas décadas. Y es precisamente ese grado de torpeza el que alcanza el filme en su esfuerzo por reforzar su presencia entre el jugoso mercado de 8 a 15 años. Y vender juguetes. Y alejarnos cada vez más de la verdadera cara —oscura faz— de Tony Stark.
Iron Man 3 falla porque intenta manejar un humor que no es agradable, ni siquiera, para el público promedio. Es, demasiado británico-estadounidense. Una mezcla fallida. La cinta se sucede, pues, en un hilillo de bromas a destiempo y gags físicos fuera de tono. Vamos, que la cinta no se deja ver. Antes de la primera hora ya provocó en la audiencia un malestar incontenible y si uno se queda en su asiento es por respeto a Joss Whedon y a su The Avengers, y porque el guiño geek al terminar los créditos no tiene, casi nunca, desperdicio.
En la próxima entrega estudiaremos la ligera mejoría observable en Thor: The Dark World y confirmaremos nuestras sospechas: la mano que aprueba se siente también muy graciosa.
Omake
Trascendió recientemente que el canal de televisión por cable Pánico, propiedad de TVC Networks (disponible sólo bajo la contratación de los sistemas por cable), adquirió los derechos de transmisión de la teleserie animada Highschool of the Dead, la cual será programada en breve en su idioma original (con subtítulos), completamente sin censura (eso dicen).
Esta es, sin duda, una gran noticia, no tanto por la hechura del producto, que basa su oferta en pantyshots, voluptuosidad y buen gore, sino porque puede representar un punto de quiebre (otro más) para que este tipo de producto (anime popular contemporáneo) sea comercializado legalmente en nuestro territorio más allá de los sistemas de televisión bajo demanda.
Les comparto aquí, pues, la reseña que escribí en su momento, cuando la serie tenía un par de semanas al aire y ya había capturado la atención total del espectro. Su fama entonces fue tal que pronto llegó al mercado anglosajón en formato historieta de la mano de Yen Press.
Que aproveche.
| IM | NEET | @KuranesII |
