Adaptar cuentos de hadas al cine no es algo nuevo, ni mucho menos provocador. La receta ha variado de vez en vez con algunos ingredientes de suspenso por aquí y otros hasta de gore por allá. Pasando por varias versiones de Alice in Wonderland hasta dos cintas de Snow White queda claro que la fórmula ha rendido frutos palomeros de éxito mediano. Pese a que Hansel and Gretel: Witch Hunters es un ejemplo más de lo dicho anterior, su frescura estriba en algo propio de muy pocas cintas: “es tan mala que es buena.”
Separando estos fundamentos moralinos del juicio de valor he de aceptar que estamos frente a una película entretenida, dominguera, pero sobresaliente respecto al resto de filmes con tales características. “Es un churrazo” dirán algunos y no los contradigo, aunque tampoco es que nos hayamos topado con una de esas joyitas de culto tan raras que sólo pueden obtenerse en los puestos de pelis “diferentes” de Miguel Ángel de Quevedo o del metro Balderas.
Migas de pan, casa de jengibre; todos conocemos la historia y hemos sido testigos de algunas adaptaciones increíbles del cuento (como es aquel capítulo de Buffy the vampire slayer titulado “Gingerbread”), pero hay que aclarar algo, esta no es otra adaptación más, sino una secuela ideada, escrita y dirigida por la mente torcida de Tommy Wirkola, un noruego que en su momento nos presentó nazis zombi en la cinta Dead Snow (como si los muertos vivientes nazi de los Black Ops no fueran suficientes).
Tras ser abandonados por sus padres en un bosque oscuro cuando eran niños, Hansel y Gretel no sólo enfrentan a la bruja que intenta comérselos (¿a alguien le vibra Pink Flamingos?), sino que la experiencia les sirve de orientación vocacional y terminan dedicándose a matar brujas a domicilio (oficio que cual epifanía se nos mostró a muchos como el dream job). Ya creciditos han de enfrentarse a la bruja mayor quien además de orquestar un plan macabro para volverse inmortales, les revelará el secreto detrás de su oscuro pasado.
Esta cinta no intenta encontrar el hilo negro de nada y aún cuando pareciera que el guión está sacado de la manga y que su carencia de verosimilitud y múltiples anacronismos son agujeros del mismo, resulta lo contrario. No hay agujeros. Y es que tampoco es por sospechar que el guión intenta atar todos los cabos sueltos, pese a ello resulta que lo hace pues logra dar una razón a las habilidades de los hermanos de acuerdo a su herencia genética, asumo, ¿que es predecible? Eso no se pone en duda, sin embargo funciona.
Para lograr la misión está el ultimate hunk hollywoodense, Jeremy Renner (Bourne Legacy, The Avengers) y Gemma Arterton, acompañados de Famke Janssen como Muriel, la bruja malvada con aires de Dark Phoenix y Xenia Onatopp, sensual y despiada como ella sola. La cinta cuenta con momentos de desnudez total y salpicaduras sanguinolentas por aquí y por allá que se nutren de una ambientación lóbrega y comedia negra repartida entre hilarantes diálogos y secuencias de acción con guiños a cintas “gore” tipo Poultrygeist: Night of the Chicken Dead (2006), series como Buffy the vampire slayer o Xena: Warrior Princess e historias como The Beauty and the Beast desde una perspectiva bastante perversa por supuesto.
Mientras tenemos una fotografía cumplidora en los primeros dos tercios, el teatrito se cae hacia el clímax deviniendo en un bestiario de CGI; por si fuera poco las caracterizaciones son un fail, pues el maquillaje es demasiado evidente y la calidad de las máscaras deja mucho que desear. Técnicamente el filme está lejos de ser brillante y aunque las comparaciones con Van Helsing (2004) no se hacen esperar gracias a sus juguetitos con dejos steampunk y aires victorianos, la diferencia está en la estética. En Hansel and Gretel encontramos el extraño elemento de lo camp, de lo exagerado y saturado vuelto “eye candy”, una experiencia divertida, nada aburrida y sumamente teatral, aunque contraindicada para los críos.
Comparándola un poco a Drag me to hell de Sam Raimi (2009), Hansel and Gretel se intenta colocar entre esas pocas cintas tan malas que son buenas y de ello sólo tenemos que agradecer al Sr. Wirkola por traernos un bodrio hilarante que mezcla el horror, la fantasía y la acción de un blockbuster sin las pretenciones de uno. Aún cuando no logra colarse entre las afortunadas pelis de culto dada su pésima administración de recursos, ésta merece la reverencia propia de un rey a su bufón previo a decapitarlo por pasarse de payaso, lo cual ya es bastante mérito.
Dr. Jabberwocky