Las cintas de ciencia ficción son una debilidad para la mayoría de los geeks, entre los cuales debo incluirme y, como muchos otros, seguramente se elevó nuestro hype cuando vimos por primera vez el tráiler de Valerian y La ciudad de los mil mundos y más si consideramos que el director del proyecto es nada más y nada menos que Luc Besson de quien muchos recordaran la legendaria –y favorita personal– El Quinto Elemento.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro y por desgracia esta cinta se debate en la línea entre ser un buen tributo al género o un fracaso estrepitoso. ¿Qué tan difícil es decir si vale la pena? Seguramente más difícil que aceptar que te gusta la pizza con piña, pero alguien debe afrontar esos gustos culposos o dicho de otra forma, porque Valerian merece una oportunidad.
¿De qué va esta historia?
Después de muchos años la humanidad ha conquistado la carrera espacial y ha creado Alpha, una ciudad/estación espacial –duh– que es capaz de alojar a cientos de razas que conviven y cooperan como sociedad. Pero en medio de esta megalópolis que flota a la deriva, existe una amenaza no identificada, la cual, es asignada a investigar y resolver a los agentes Valerian y Laureline.
Valerian (Dane DeHann) es un agente altamente capacitado, que sufre del síndrome de héroe de película, donde es demasiado confiado, soberbio, mujeriego y más que habilidad, parece que tuviera mucha suerte. Por otro lado Laureline (Cara Delevingne) entra dentro del arquetípico que de chica profesional que no se muestra atraída por el protagonista pero si lo está. En resumen, son bastante básicos y no tiene gran desarrollo.
Aunque la dinámica entre los actores se pueda decir buena y aceptable, no son grandes actuaciones las que tenemos, pues el límite de sus personajes no permite que exploten sus habilidades y se ven iguales en todo momento.
Entre efectos prácticos y CGI, MUCHO CGI
Sin embargo, mentiría si les dijera que el fuerte de la cinta se encuentra en el guion o en la trama, pues lo que hace que pueda apostar por ella, son los efectos y el contexto donde todo esto se desarrolla.
Desde las primeras escenas donde se muestra la evolución y contacto con otras razas mientras de fondo escuchamos Space Oddity, son disfrutables los efectos prácticos y CG, junto al diseño único de los aliens, que, en efecto, se sienten como una secuela al lore que se nos mostró junto a Korben Dallas y Leeloo. El estilo no solo rechaza la idea que de filmes recientes al representar aliens como seres con grandes cabezas, sino que juega con conceptos raros muy al estilo Star Wars –y hasta es una influencia– y que sin duda, ya se extrañaba ver de regreso en la gran pantalla.
Siguiendo esta ideología el diseño de Alpha (la ciudad) y el mercado, dicho sea de paso, es avasallador contando con su propia distribución con los diferentes especímenes. Esto permite que las secuencias donde se ubica la acción se vean bien y funcionen para los propósitos de la misma; pasando por los lagos, hasta la zona de bares y cabarets, cada elemento permite explorar una idea diferente que, les puedo apostar, se podría ampliar y volver sumamente disfrutable en otros medios como novelas gráficas o incluso videojuegos.
Y es de sorprender que, según el mismo director, la mayoría de la cinta se produjera en CGI, teniendo en su equipo de producción a WETA (quienes trabajaron en Avatar) y ILM (quienes trabajaron en Star Wars) pues era abrumador la cantidad de escenas a realizar por computadora. El trabajo visual es prueba de la grandeza que se puede conseguir y carta abierta a más proyectos de ciencia ficción que puedan venir en el futuro que requieran crear mundos así de soprendentes.
El elefante en la sala: el ritmo
Pero el problema de la cinta, el gran dilema que es un muro hasta para los que quedamos enamorados de lo visual, es el ritmo. Los primeros 30 minutos de la cinta, cuentan con una secuencia extraña que sirve de introducción al tema central, pero, en ese momento, se siente fuera de lugar y poco aporta.
Los problemas siguen incrementando cuando las secuencias de persecución y que buscan crear tensión o ser rematadas con un chiste, no funcionan, pues simplemente no se logra establecer el peligro en cuestión o los diálogos y actuaciones no son lo suficientemente convincentes como para importar a la audiencia.
Y aunque estos inconvenientes están mayormente presentes en la primera mitad, durante la segunda parte se tiene uno aún mayor: el propósito.
Durante toda la cinta no se tiene en claro cuál es el objetivo de la misión; ¿Por qué van al mercado? ¿Por qué los líderes se reúnen? ¿Por qué van a la zona prohibida? Poco de ello es explicado o intuido hasta el momento que te golpea en la cara porque a la cinta se le dio la gana de dejarte ver lo que estuvo haciendo desde hace tiempo.
No me malinterpreten, las cintas dirigidas por personajes –Como GotG 2, otra favorita personal– funcionan, pero aquí los personajes no son lo suficientemente fuertes para hacerlo, ni interesantes para que nos importen. Todos estos detalles se engloban en una cinta lenta, que no termina de ir a ningún sitio y que, por desgracia, las secuencias que se ven grandiosas, fracasan.
Un salto de fe… por los viejos tiempos
Pero si me lo preguntan, aun después de todos los errores –que no son pocos– puedo decir que me gustó la cinta, no solo por los efectos visuales, sino por los conceptos e ideas involucradas. Es agradable ver que una película sci-fi apueste por un universo tan lleno de vida que es un arma de doble filo como se puede ver.
Definitivamente no puedo recomendar a Valerian a todas las personas, aun si son geeks, pues con los problemas que carga en su producción, se aburrían en la sala e incluso se pueden quedar dormidos –como mis amigos–, por lo que si quieres arriesgarte o si quieres disfrutar lo bonito del CGI, esta es una opción que aún tenemos En Cartelera.