Retomando lo comenzado en el artículo anterior, continuemos nuestro recorrido por lo que hemos dado en llamar la Época Clásica de la saga Castlevania, abordando los últimos títulos que conformaron esta fase inicial de la franquicia, y que a día de hoy siguen conservando relevancia.
Castlevania II: Belmont’s Revenge (Game Boy,1991/1591)
Se trata de la segunda entrega de la saga que tuvo la consola Game Boy, y que es una continuación directa del juego anterior. Nuevamente tomamos control de Christopher Belmont, quien vuelve a la acción tras quince años de su última aventura.
A diferencia del primer título para la consola portátil, en Belmont’s Revenge la jugabilidad se acerca un poco más a la que encuentras en las entregas principales, por lo que ya cuentas con un par de subarmas clásicas: el agua bendita y el hacha, cuyos proyectiles son corazones.
Las escaleras siguen estando ausentes, así que para desplazarte entre planos inferior y superior todavía dependes de cuerdas. De la misma forma, continúas teniendo la habilidad de atacar con bolas de fuego desde tu látigo si es que lo tienes en el nivel indicado.
Tanto la música como los gráficos son mejores, pero no se acercan a los de las entregas principales, y los controles todavía se sienten poco fluidos y el personaje demasiado pesado, lo que se vuelve particularmente incómodo en los saltos de plataforma.
Por el lado positivo, Belmont’s Revenge presentó una mecánica innovadora que no volvió a hacer acto de presencia en la serie, la posibilidad de elegir de entre cuatro escenarios distintos para comenzar con la aventura y que están representado por castillos con diferentes características.
Una vez que consigues superar estas fortalezas, se abre el camino para el enfrentamiento final en contra de Drácula.
En cuestión de historia el juego no ofrece mucho, excepto por la presentación de un nuevo miembro del clan Belmont: Soleiyu, hijo de Christopher y algo así como el tatarabuelo de Simon Belmont.
Si bien es una mejora respecto a la entrega previa para Game Boy y continúa manteniendo la esencia Castlevania, no deja de ser otro de los títulos más flojos de la saga, lo que no implica que sea un mal juego, que eso quede bastante claro,
Castlevania X68000 (X68000, 1993/1691)
Otra versión alternativa, pero canónica a la vez, del primer Castlevania, protagonizado una vez más por Simon Belmont.
Esta versión es singular, puesto que fue exclusiva de la X68000, una computadora creada por Sharp Corporation y que fue exclusiva de Japón. También es particular porque se vendió al público en formato de dos discos floppy que solo eran compatibles con dicho sistema.
Si se le compara con las entregas previas, incluyendo Super Castlevania IV, los gráficos de este juego son espectaculares, mostrando una paleta de colores y detalle de escenarios no vistos hasta entonces.
Tanto la interfaz, como los controles y el diseño de niveles, se mantienen prácticamente iguales que en el original, excepto porque ahora tenemos la posibilidad de atacar hacia abajo, pero no en otras direcciones como en el título para Super Nintendo.
Conserva la misma música del Castlevania original, a la que se la hicieron arreglos en onda disco que no le sientan nada mal a la banda sonora. También hay nuevos escenarios y jefes, algunos de ellos tomados de la tercera y cuarta entrega.
Es un juego complicado con jefes difíciles, como la mujer lobo que te ataca con las piezas de un enorme reloj o el Doppelgänger que sale de un espejo y que tiene exactamente las mismas habilidades que tú.
Sin lugar a dudas se trata de uno de los mejores Castlevania de la Época Clásica, que infortunadamente solo puede jugarse vía emulación o a través de su remake para PlayStation —así es, el remake de un remake—, del que ya hablaremos en su debido momento.
Akumajō Dracula X: Rondo of Blood (PC Engine, 1993/1792)
Si has prestado atención, ya habrás notado que la historia de Castlevania no ha avanzado en el tiempo desde la entrega original, ambientada en el año 1691, pues todos los juegos previos se trataron de precuelas ambientadas varios años antes, o remakes del primer juego. Algo curioso, si lo piensas bien.
Y no fue sino hasta 1993 que esta historia pudo avanzar con la llegada del juego Rondo of Blood, al que bien podemos considerar como Castlevania V, que ocurre 100 años después de los días de Simón Belmont.
Está protagonizado por Richter Belmont, quien además de tener la obligación de destruir a Drácula, también debe rescatar a su prometida Annette, así como a otras doncellas que fueron secuestradas por las fuerzas del mal, y que una de ellas resulta ser un personaje oculto seleccionable.
Otra particularidad de este juego, es que fue durante mucho tiempo una exclusiva de la consola PC Engine, también conocida como TurboGrafx, en específico, para su accesorio CD-ROM System, una plataforma que pasó casi desapercibida fuera de Japón.
Lo primero que vas a notar del juego son dos cosas, la primera es que la música se escucha estupendo por la calidad CD del audio. La segunda es que los controles empeoraron bastante si los comparamos con los de Super Castlevania IV.
Te mueves con mucho menos agilidad y se acabó lo de atacar en todas direcciones con el látigo, ya que solo lo puedes hacer a derecha e izquierda, como en los tres primeros juegos, lo que si me preguntan fue una pésima idea. Un retroceso incomprensible en el gameplay.
Los gráficos, aunque siguen siendo pixelados, son más avanzados, pero al mismo tiempo no se ven tan bien ni construyen la atmósfera de manera tan efectiva como ocurría en Castlevania IV.
Aunque canónicamente hablando Richter es uno de los Belmont más poderosos, en la práctica se encuentra muy indefenso la mayor parte del tiempo, porque casi todos los enemigos son más rápidos y ágiles, e incluso los hay que pueden bloquear tus ataques, en especias las armas secundarias.
Si a esto le sumas tu limitado margen de acción con el látigo, pues la dificultad se eleva de manera considerable, aunque no de una manera inteligente o creativa —limitar el control de manera artificial es una de las peores formas de elevar el nivel de reto en un juego—.
A pesar de mis quejas, Castlevania Rondo of Blood no es para nada malo, solo algo inferior a su predecesor. De hecho tiene cosas muy buenas, como Divine Bloodlines, que es el tema musical de Richter.
Y si hablamos de la banda sonora, no podemos dejar de lado Dance of Illusions, que se volvió la “boss music“ semioficial de Drácula, y que es uno de los temas más destacados de la franquicia.
También es destacable la inclusión en la serie del “Item Crash”, un poder especial que se utiliza junto con las subarmas y consume una gran cantidad de corazones, permitiéndote dañar a todos los enemigos en pantalla y restar una buena cantidad de vida a los jefes.
Además de ello, fue el primer Castlevania que nos permitió pasar toda la aventura con un personaje que no es un Belmont, en este caso la cazavampiros Maria Renard, que es una pequeña niña con poderes mágicos, que básicamente es el Modo Fácil del juego.
Algunas otras novedades que ofrece el título es que ya no hay límite de tiempo para pasar los niveles, tampoco es necesario ir recolectando power ups para nuestro látigo, y se suma una nueva arma secundaria, un “libro de oraciones” que es tanto ofensivo como defensivo.
Quizá lo más curioso es que este fue el último Castlevania protagonizado por un Belmont dentro del canon de la serie. Es decir, habrá uno que otro en precuelas que salieron posteriormente, pero en términos de historia, y durante mucho tiempo, el clan Belmont termina con Richter.
Aunque sin duda es un gran juego por derecho propio, en realidad creo que se le recuerda más por ser el predecesor del que para muchos es el mejor juego de la franquicia, Castlevania: Symphony of the Night.
Castlevania: Bloodlines (Genesis, 1994/1917)
Conocido en algunos territorios como Castlevania: The New Generation, fue uno de los pocos Castlevania publicados para una de las consolas de Sega, así como un intento por disminuir distancias entre la historia de la franquicia y la novela Drácula, de Bram Stoker.
Como recordarás, Richter fue el último Belmont que empuño el látigo Vampire Killer, la única arma capaz de destruir a Drácula, por lo que, según la historia de Bloodlines, en 1897 el encargado de eliminar al vampiro no fue un Belmont, sino Quincey Morris.
El mismo Quincey Morris que era miembro del grupo de Van Helsing, y que en la ya citada novela dio el golpe de gracia al Conde, a costa de perder su propia vida.
Años después de ese evento, en 1917 Drácula regresa una vez más —ya dije que esa regla de los 100 años rara vez se llegaba a cumplir—, con ayuda de un familiar suyo: Elizabeth Bartley, quien se inspira en un personaje real, Elizabeth Báthory, familiar de Drácula y conocida como la Condesa Sangrienta.
Sí, las cosas comienzan a complicarse mucho en cuestiones de lore.
De algún modo que nunca llegó a aclararse, el Vampire Killer terminó en manos del clan Morris, por lo que tras la muerte de Quincey, es deber de John Morris, su hijo, detener al Conde Drácula y su ejército de monstruosidades, lo que hará con ayuda de un amigo suyo llamado Eric Lecarde.
A diferencia de lo que nos tenían acostumbrados los juegos previos, en Bloodlines la mayor parte de la historia sucede en escenarios alrededor del mundo, y solo el prólogo se ubica en Castlevania.
Aunque esto puede interpretarse como que el juego se sienta extraño o algo fuera de lugar, en realidad hace un muy buen trabajo conservando la esencia de la franquicia.
De inicio puedes elegir ya sea a John Morris, que va armado con el Vampire Killer, o a Eric Lecarde, que se defiende con una lanza, aunque ambos comparten las mismas subarmas, que en esta ocasión se han reducido a tres, y cuya munición está representada por gemas y no por corazones como es lo habitual.
También, dependiendo el personaje que elijas, algunos escenarios serán diferentes, aunque la progresión de la historia es básicamente la misma, al igual que los enfrentamientos contra los jefes finales de cada nivel.
Los gráficos son más parecidos a los vistos en Super Castlevania IV que a los de Rondo of Blood, y hacen un mejor trabajo con la ambientación que los de este último. En contraparte, la música de la entrega para PC Engine, sin duda suena mucho mejor.
Resumiendo, Castlevania: Bloodlines es un buen juego que se atrevió a correr algunos riesgos para profundizar el lore de la saga, y terminar de relacionarla con la obra de Stoker. No obstante, en términos de jugabilidad se sigue sintiendo como un retroceso frente a Super Castlevania IV.
Si nunca tuviste oportunidad de probarlo en su consola de origen, este es un muy buen momento, ya sea mediante emulación o a través de la Castlevania Anniversary Collection.
Castlevania: Dracula X (SNES, 1995/1792)
La Época Clásica de la saga Castlevania acaba con este curioso juego que es un demake, es decir, un remake pero a la inversa, del Akumajō Dracula X: Rondo of Blood. Aunque Dracula X presenta tantas diferencias respecto a la obra original, que en realidad resultar ser un juego completamente nuevo.
Volvemos a ponernos en los zapatos de Ritcher Belmont y nuestro deber es atravesar las diferentes secciones del Castillo y así poder alcanzar el Salón del Trono, donde Drácula espera.
Los gráficos están más trabajados que los de la otra entrega para SNES, y en lugar de pixeles, en ocasiones tienen apariencia como de acuarelas, lo que da un atractivo visual sin lugar a duda diferente a lo visto hasta ahora.
La banda sonora tiene los mismos temas que encontramos en Rondo, aunque obviamente aquí no suenan tan bien, y se trata de versiones de los mismos. No están mal, pero si ya conoces la música del juego original, esta desmerece un poco, honestamente.
Si bien en teoría realizas el mismo recorrido que en Rondo, el aspecto de los escenarios es completamente distinto y el número de niveles ha sido recortado. Por lo que tampoco hay tantos jefes presentes y no existen las rutas alternas.
Otra diferencia es que Maria Renard ya no es un personaje seleccionable, aun y cuando se le menciona en la historia introductoria. Otra gran ausencia es la del sacerdote oscuro Shaft, cuya pelea de jefe era una de las más interesantes de todo Rondo of Blood.
Si lo analizamos fríamente, Castlevania: Dracula X no es un mal juego, de hecho es bastante decente dentro de la saga, pero al ser un port de otro juego, es imposible que no se le compare y que salga mal parado al ser algo inferior.
También, al ser una “secuela” de Super Castlevania IV, hablando de la consola para la que ambos salieron, también queda a deber bastante, al ser el primer juego uno bastante mejor. Aun así deberías darle una oportunidad, lo que puedes hacer gracias la reciente Castlevania Advance Collection.
Y así llega a su fin esta primera fase de la franquicia, que también significó el fin de la fórmula clásica, es decir, juegos de acción y plataforma de desplazamiento lateral, ya que a partir de este punto los juegos tomarían dos grandes rumbos distintos: el 3D y la mezcla RPG/metroidvania.
¿Has probado algunos de estos Castlevania clásicos? De no ser así, ¿les darías una oportunidad? Conversa con nosotros al respecto en los comentarios.