Por MRD Eddie Rivers |
Desde que tengo memoria, la televisión siempre ha sido la eterna compañera de los niños; a finales de los años 80, su programación era el complemento ideal para los más pequeños de la casa, los cuales buscaban un modelo a seguir en los personajes de los distintos shows que se transmitían en esa época.
Quiero dejar en claro que a la generación a la que me estaré refiriendo en este artículo, abarca a personas que hayan nacido entre 1985 y 1995; porque aunque me gustaría incluir a hombres y mujeres que nacieron en años posteriores, es posible que aunque vieron la serie, no les marcó tanto.
Primero los pondré en contexto: en Japón, Dragon Ball comenzó como un manga publicado por Shonen Jump desde 1984 hasta 1995; en el período entre 1989 y 1997 se transmitió el anime en aquel país, volviéndose casi de culto al igual que la versión impresa.
No tardó mucho tiempo para que la serie del niño con cola que iba en busca de las siete esferas del dragón llegara a nuestro país; se transmitió por primera vez en 1995 a través del canal cinco. En esta primera fase, Akira Toriyama (creador de Dragon Ball) relataba la historia de un niño venido a la tierra en una nave espacial ¿no les suena familiar?.
Al poco tiempo de su arribo a nuestro plantea, un dulce viejo recoge al niño y lo adopta bajo el nombre de Gokú. Desgraciadamente el abuelo del chico muere, y es poco después cuando éste conoce a una chica llamada Bulma, con la cual emprende una búsqueda para encontrar las esferas que, al ser reunidas, invocan al legendario y poderoso dragón Shen Long, para que les conceda un único deseo.
Esta etapa del anime sentó las bases para que en un futuro no muy distante Gokú se convirtiera en un peleador de artes marciales que participaba cada tres años en el torneo Tenkaichi Budōkai. Después de la famosa pelea con Piccolo, la búsqueda de las esferas paso a segundo plano para dar pie a la defensa de la tierra por parte de “El Último Saiyajin” (o eso creímos hasta que Raditz, Vegeta y Nappa aparecieron en escena).
A partir de dichos sucesos, el título de la caricatura cambió de Dragon Ball a Dragon Ball Z, con lo cual hubo muchos cambios significativos, como las transformaciones Súper Saiyajin que suplieron a la transformación que Gokú solía tener en Ozarú (mono gigante); los antiguos enemigos del legendario guerrero Z se volvieron sus mejores aliados.
Los villanos eran mucho más fuertes cada vez y no daban tregua alguna; por otro lado, solo querían ver arder el universo y nada más. Se denominó al grupo de personajes como “los guerreros Z”, todos crecían, nacían nuevos personajes a partir de bizarras relaciones (ajem…Vegeta+Bulma=Trunks).
Después de DBZ comenzó la tercera etapa en la cual el creador de la saga ya no quiso participar, y así nació Dragon Ball GT. En esta ocasión, Kakarotto fue transformado en niño y se puso a buscar las esferas del dragón en compañía de su nieta Pan y Trunks.
El final de esta gran serie llego en el 2003 (por lo menos en México) con el último episodio de DBGT en el cual Gokú regresa por un instante solo para regalarle la esfera de cuatro estrellas a su bisnieto del mismo nombre. Al final, el héroe se va volando para nunca más volver hasta que sea necesario.
Por mi parte, creo que el Dragon Ball original es bueno para sentar las bases de lo que fue DBZ, que sigue siendo el más recordado y el más memorable debido a sus espectaculares batallas que duraban 10 capítulos, cuando en realidad eran 20 segundos antes de que el planeta Namek explotara.
Yo no sé si coincidan conmigo en que las batallas eran tan largas y tan memorables que hacían heroicas todas y cada una de las muertes de Gokú, para que nos quedara claro que daba el 1000% en cada lucha. No se me olvida al perverso Freezer matando a Krilin (el Kenny de este anime), cosa que me dejó boquiabierto y furioso (por que el peloncito me caía bien) y por la cual yo rogaba que Kakarotto matara al desgraciado.
La saga de los androides me la perdí casi completa (actualmente me estoy poniendo al corriente) y la de Majin Boo fue tan graciosa como impactante, porque era un enemigo tan extraño que me hizo fruncir el ceño más de una vez, en especial cuando vi que convertía a sus rivales en chocolate y se los comía.
En nuestro país la caricatura se convirtió en un fenómeno descomunal que derivó en playeras, juguetes, disfraces, peluches, sudaderas, videojuegos, álbums de estampas y miles de cosas que ustedes se puedan imaginar. La generación del 85-95 vivió intensamente esta serie que incluso se retransmitió varios años después de concluida.
Era un clásico ir a la primaria y sacar tus juguetes de Dragon Ball en el recreo y hacerlos luchar con los de tus amigos. En vez de jugar a “las traes” era jugar a ser Gokú, Vegeta o cualquier otro personaje; eso sí, el que no podía ser el guerrero protagonista se enojaba y pedía ser Freezer, Cell o el villano en turno de la serie.
Muchos intentamos alguna vez, y me incluyo, transformarnos en Súper Saiyajin, gritando durante horas hasta quedarnos afónicos. Cortarnos el cabello o peinarnos como los personajes era un reto imposible. No faltaba el que presumía que conocía a un tío que dibujaba la serie (cosa que no era cierto).
Por otro lado, cuando los videojuegos llegaron a las tiendas, se revivió la fiebre que se perdió a finales de los 90; era espantoso perder contra alguien que no había jugado o no conocía la serie y para colmo sacaba ‘Z’ (calificación de combate más alta en los juegos de peleas de Dragon Ball).
Era común tener la parte trasera de los cuadernos de matemáticas llenos de dibujos de la serie o estampitas; juntar los albums era una labor titánica, que al final era recompensada con que tenías lleno el “librito” y lo ibas a presumir con tus amigos y se te rompía todo.
Las películas nunca fueron muy del agrado de los mexicanos, pero mantenía el espíritu de los fans. A partir de 2006 dejaron de transmitir el anime tanto en cable como por TV abierta; la fiebre fue bajando a la par de las otras series como Pokemón, Los Caballeros del Zodiaco, Digimon, Batman del Futuro, Batman: la serie animada, Spider-Man, Ranma ½ , X-Men, entre muchas otras. Se le dio paso a series como Teen Titans, Inuyasha, Medabots, las Chicas Súperpoderosas, Rugrats, Samurai X y el espantoso Ben 10. Pero ninguna tan memorable como DBZ. Esperemos que “La batalla de los dioses” nos haga recordar nuestra infancia de buena manera y que no sea un fiasco.
La fiebre por Dragon Ball ha resurgido con motivo de la película y existen en internet cientos de homenajes tanto para la serie, como para los actores de doblaje como Mario Castañeda, René García, Eduardo Garza y demás. Olvidé mencionar que cuando Gokú pedia energia para la Genkidama le vantamos los brazos sin chistar y a Dora la Exploradora, nadie le hace caso.
Si tú también eres fan de la serie, te invito a que nos comentes por qué Dragon Ball te marcó la vida. Así que nos vemos el 27 de septiembre en el estreno de “La Batalla de los Dioses”.
¿Te atreves a cruzar la Línea de El Vortex?