Escupido desde las páginas de Amazing Spider-Man #699.1 regresa uno de los personajes más menospreciados e incomprendidos de todo el Universo Marvel. Y es que si creían que nuestros mutantes favoritos o nuestro amigo arácnido eran los bichos raros de su mundo, el vampiro viviente Michael Morbius es quizá (junto con Blade) el mayor decadente e inadaptado de todos los personajes creados por la editorial.
Morbius fue introducido en The Amazing Spider-Man #101 por primera vez. Tras un experimento fallido para curar su enfermedad genética, Morbius termina adquiriendo ciertas características y habilidades de un vampiro ordinario, sin embargo no es un vampiro per se, no es un “no-muerto” ni se halla bajo ninguna maldición, hechos que para fortuna de los nuevos lectores, Marvel NOW! se ha encargado de contextualizar en Morbius The Living Vampire #1.
Tras escapar de prisión en las páginas del 699.1, Morbius se abre paso con un cómic bastante diferente a lo habitual y lo digo porque a pesar de ser una especie de reboot se intenta desalienar del ahora, “Superior Hombre Araña”, para profundizar en las vicisitudes de ser un vampiro vivo en un mundo humano… ¿huh? Morbius no es un vampiro… pero sí lo es… pero no lo es… oficialmente lo es aunque no lo sea.
El una vez brillante científico se ve ahora en la necesidad de huir de su pasado donde ningún superhéroe pueda encontrarlo, así llega un lugar de mala muerte llamado Brownsville, un lado de Brooklyn donde no hay lugar para los justos ni los débiles. Sin embargo las cosas no salen como él esperaría pues pareciera que la mala suerte lo persigue y le costará bastante trabajo adaptarse a ser un forastero, pues como Spawn en sus inicios, Morbius no es sino un miserable recién llegado a una locación tan miserable como él, la cual tiene el potencial para revelarse como su verdadero hogar.
Mientras el arte a cargo de Richard Elson es bastante decente al entregarnos páneles llenos de acción, la historia desarrollada por Joe Keatinge es un irónico soliloquio de negra hilaridad consciente de la inmundicia propia, pues bien se encarga de meditarlo el protagonista: “No soy un vampiro; No soy un supervillano; no soy un superhéroe”, por lo cual no intenta hacer lo correcto, sólo a veces no le queda de otra. El reto de Keatinge y Elson ya no sólo es el de narrar la vida de Morbius, sino de hacérnosla entender, fomentar nuestra empatía y mantener o hasta elevar los estándares de un primer número que considero bastante consistente y por demás, cinemático.
Aún cuando este primer número no es suficiente para atraparnos por completo, se perfila como un must read dado el tratamiento del personaje en un entorno más real que fantástico y casi carente de los elementos de horror tan característicos de la ficción de vampiros, pues como ya se ha dicho, Morbius no es un vampiro como tal, es un hombre incomprendido y derrotado que pinta más como antihéroe o héroe trágico en un mundo lleno de monstruos y abominaciones que ha de enfrentar si desea vivir. Por fin podemos decir: ¡Merecida sangre fresca para el vampiro sediento!
Dr. Jabberwocky