El Vampiro
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‘El Vampiro’ de Fernando Mendez — Terror Mexicano

El vampiro (1957) - Filmaffinity

Solo por esta ocasión nos permitiremos iniciar con una declaración anticipada:

El tema que hoy tratamos es jodidamente extenso, sobre éste han sido vertidos ríos de tinta sin agotarlo y del culto que se le tiene hasta se podría fundar una religión. Nos referimos a los vampiros.

El cine mismo tiene una deuda con ellos, pues en cierta manera alentaron a que este ampliara sus horizontes y evolucionara su lenguaje.

Nosferatu, Les Vampires, Drácula (el de Bela Lugosi), Déjame entrar, Salem’s Lot, Only Lovers left alive Son ejemplos de grandes películas que con esta temática de por medio, lograron hacer mucho más que solo utilizar las reglas a las que se limitaría la interpretación mainstream, que busca emular a la obra de Bram Stoker (el Drácula original).

Inicialmente nos habíamos sentido tentados a hablar de El Santo vs las mujeres vampiro, pero preferimos con creces, dedicarle su propio artículo a la película que llevó la mejor historia de vampiros del cine mexicano: El Vampiro de Fernando Mendez.

El Vampiro: terror que se eleva como una neblina

La historia abre con un lugar común de estas historias; una protagonista inocente e incauta llega hacia un páramo misterioso y sin compañía alguna. Esta jovencita es interpretada por Ariadne Welter quien había debutado por esos años en otra joya del cine mexicano: Ensayo de un crímen.

Marta Gonzalez pretende visitar a su familia, la cual es dueña de “Los Sicomoros”, una hacienda venida a menos y que fue el escenario de muchos recuerdos de su niñez a los que le tiene un gran afecto.

Ariadna Welter

“Creo que trajo una nueva forma de cine de terror a nuestro país. Se habían hecho cosas anteriores, pero era la primera vez que ataca el vampirismo en nuestras tierras.”

— Juan Ramón Obón, miembro y abogado de la Sociedad Mexicana de Directores, Realizadores de Cine y Obras Audiovisuales

Al bajar del tren se encuentra con la renuencia de los pueblerinos a llevarla por el caminio que lleva hacia la hacienda. La proximidad de la noche les impone un tabú que les atemoriza tanto, que no lo pueden decir en voz alta. Pero para suerte de Marta González hay un viajero más: el doctor Enrique (interpretado por Abel Salazar) quien se vuelve su inmediato acompañante.

Abel Salazar El Vampiro

Cuando vemos por primera vez los Sicomoros notamos un aura ominosa. Luce vetusto y consumido por el paso de los años, solo quedan los tíos de Marta (Carmen Montejo y José Luis Jimenez) y un par de sirvientes quienes leales a la memoria de la extinta gloria del rancho, se quedan para servir a sus amos.

La actitud de los tíos de Marta es muy extraña pues es obvio que ocultan una conspiración. Le revelan que a ella le ha sido heredada la copropiedad de toda la casa, y que solo requieren de su permiso para poder venderla… sin embargo ella es renuente por el gran aprecio que alberga por ese suelo.

El Vampiro

A partir de aquí las cosas empiezan a distorsionarse más. Con cada acto se nos revela las piezas que conforman al gran contubernio dirigido por el conde Karol de Lavud (Germán Robles), quien planea asentarse en las tierras mexicanas para así obtener un nuevo dominio en una nueva era para los vampiros.

Un filme que nada envidia al cine extranjero

Un doctor entrometido, una beldad en peligro (y a los ojos de un vampiro), cuestiones inmobiliarias… Si lo vemos de lejos, tiene todos los lugares comunes que la típica adaptación de Drácula tiene por regla.

Pero son muy superficiales y no ofuscan al encanto que posee la cinta: las actuaciones son una gran punto a su favor ya que son el alma de la película, y de verdad puede uno sentir un cariño muy grande por los personajes, cosa que es vital para poder sentir la tensión dramática que los hará incomodarse durante su breve estancia en la hacienda.

El Vampiro

Los efectos de humo aportan mucho a la ambientación; no se limitan a ser una manifestación visual del poder del pérfido vampiro, sino que embellecen a todas las tomas al actuar como un difusor natural de la luz e ideal para la iluminación que utilizaron en set.

El trabajo de fotografía es espectacular y en ningún momento vaciló en todos los elaborados movimientos de cámara que ejecutan durante las secuencias más descriptivas.

Esto es todo un logro y refleja la gran pericia del departamento visual… sobre todo si tomamos en cuenta que por esos años no existía el videoassist y podían pasar días hasta poder ver el trabajo revelado en pantalla (rushes).

Por último está el sentido del humor, el cual entra en momentos muy puntuales que no entorpecen la historia sino que la vuelven muy amena, hasta el punto que inadvertidamente puede uno soltar una carcajada sin esperarlo.

Los invitamos a ver esta gran historia, la cual logró cultivar tal éxito que al año siguiente de su salida estrenó una secuela igualmente exitosa: El ataúd del vampiro, con los mismos actores retomando sus papeles y con un nuevo escenario: La ciudad de México.

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Oscar Velázquez
Oriundo de la CDMX.

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