Cuando un producto cualquiera tiene éxito y triunfa, como es el caso del popular Demon Slayer, lo normal es que se le explote de todas las maneras imaginables. Esto incluye, por supuesto, el registro de marcas comerciales, lo que se traduce en regalías y pago por derechos de uso.
Es decir, yo no puedo escribir una novela sobre Superman o Goku y comercializarla, porque ambos personajes tienen registro de marca, y estaría haciendo algo ilegal, o cuando menos legalmente riesgoso.
En teoría, este tipo de registros están pensados para proteger al creativo y su obra, pero pueden llegar a convertirse en algo casi perverso, y en ocasiones hasta ridículo.
Por ejemplo, cuando la empresa King, creadora de Candy Crush Saga, intentó registrar las palabras “Candy” y “Saga” como algo de su propiedad intelectual, de manera que quien desee usarlas para nombrar un producto, tenga que pagarles regalías o la licencia por ese derecho.
Esto viene a colación, porque en días reciente se dio a conocer que Shūeisha, empresa dueña de publicaciones como Shūkan Shōnen Jump, Jump Square y V Jump, donde se han publicado obras como Dragon Ball; se encuentra metida en un lío legal similar.
Tal como publicó Huffington Post Japan, Shūeisha pretende registrar como de su propiedad patrones geométricos y de colores, basados en los personajes Tanjirō Kamado, Nezuko Kamado y Zenitsu Agatsuma, del manga/anime Demon Slayer, y así poder hacer en exclusiva ropa y otros productos con ellos.
Algo parecido a como si DC registrara los colores rojo y azul de Superman, de manera que nadie más que esta compañía pueda vender objetos que use estas tonalidades combinadas.
Por desgracia para la editorial de Demon Slayer, un juzgado de Japón le denegó el registro de estos patrones como marca registrada, argumentando que “los diseño carecen de rasgos significativos de los usos históricos del patrón de marca de verificación”.
O puesto en otras palabras más sencillas, no hay nada especial o específico en estos diseños que limite el derecho de otros a utilizarlos.
Ante eso, Shueisha ya presentó una apelación el pasado 6 de julio, pero fue rechazada el 17 de septiembre. Aun así, conforme a la legislación nipona, la empresa tiene tres meses para presentar una segunda apelación y todavía poder salirse con la suya.
¿Crees que las empresas tienen el derecho de hacer este tipo de registros? ¿Conoces otros casos parecidos? Platícanos al respecto en el apartado de comentarios.